escriban en sus carpetas o cuadernos una corta historia que cuente como sería un día completo el la vida de un campesino inca en e pocas de imperio
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Trabajan mucho y es casi todo el día y en la noche llegan cansados y muchas veces no comen a la hora que es
Explicación:
Esperó y te sirva de algo
Respuesta:
La mayor parte de los habitantes del Tahuantinsuyo vivía en el ámbito rural, integrado a su ayllu. Allí los días transcurrían entre las labores agrícolas para la comunidad, los trabajos para el estado y las festividades religiosas. En general, los funcionarios incas no permitían a las personas abandonar sin autorización su lugar de origen. Para controlar el cumplimiento de esta disposición, cada grupo étnico integrado al imperio debía usar un distintivo en su vestimenta. Así por ejemplo, los huancas del norte usaban un turbante negro, los collas del Titicaca se diferenciaban con su típico gorro de lana o los de Cajamarca lucían un cordón delgado en el pelo.
Telar artesanal
Pero también había un número importante de población urbana, fundamentalmente en la capital Cuzco y sus alrededores (Písac, Ollantaytambo, Kenco, Machu Picchu). En estas ciudades, la gente habitab o tarugos que se insertaban en agujeros previamente tallados. De esa manera, los muros incas eran extraordinariamente firmes y resistían los terremotos sin problemas. Estas murallas aún se pueden admirar en la ciudad de Cuzco.
Mujeres en trabajos Agrícolas
El día de los cuzqueños se iniciaba cuando las mujeres se levantaban una media hora antes que sus maridos a machacar el maíz en el metate. Como a las siete y media, el hombre se ponía uno de sus dos trajes de lana de llama que el estado entregaba a todos los recién casados. A continuación tomaba un frugal desayuno y se dirigía al trabajo. Mientras tanto, las mujeres tenían muchas obligaciones: recoger leña, tejer, cocinar, cuidar a los niños y mantener el orden en la casa. Como a las seis de la tarde finalizaba la jornada laboral de los hombres, sin descanso desde la mañana. Cuando se hacían presentes el cansancio o el hambre, se masticaban hojas de coca que permitían recuperar las energías. Una vez en casa, la familia compartía la comida del día, acompañada a menudo de chicha. En los días más fríos, se conversaba alrededor del fogón y se contaban historias o sucesos ocurridos en la ciudad. Las fiestas en que participaba la familia eran animadas con instrumentos y danzas propias de los Andes.
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