Historia, pregunta formulada por cristopherlopezareva, hace 6 meses

ESCRIBA 4 MEDIDAS ECONÓMICAS TOMADAS POR EL GOBIERNO DE RAFAEL CORREA.

Respuestas a la pregunta

Contestado por diegop150608
7

En mayo del 2017, Rafael Correa abandonó la Presidencia del Ecuador luego de una década de ocupar el Palacio de Carondelet. Antes del correísmo, la democracia ecuatoriana se caracterizó por altos niveles de inestabilidad: presidentes incapaces de culminar con el mandato para el que habían sido elegidos. Por un lado, poderes fácticos, como los empresarios y los militares, se constituyeron en actores de veto capaces de coaccionar las ambiciones presidenciales (Barndt 2010). Por otro, los movimientos sociales indígenas emergían con demandas de inclusión política (Yashar 2005). Frente a esto, desde que asumió la Presidencia, el gobierno de Rafael Correa planteó una estrategia de concentración del poder que básicamente operó en dos arenas: la correlación de fuerzas y el diseño institucional. Respecto de la primera, migró de una relación de enfrentamiento a una de negociación con los grupos de poder, aunque manteniendo una retórica antiestablishment (Wolff 2016). Respecto de la segunda, construyó un sistema híperpresidencialista (Pachano y Freidenberg 2016), apoyado en un estilo de gobierno que combinó el carisma personalista y el apoyo tecnocrático (de la Torre 2013). Asimismo, en su enfrentamiento con la derecha tradicional, endosó el estilo antiestablishment de la prédica del “socialismo del siglo XXI” (Collins 2014).

La debilidad del sistema de partidos ecuatoriano y la supervivencia de algunas de estas organizaciones “tradicionales” en base a enclaves regionales (como el Partido Social Cristiano en la costa) evolucionó hacia a una dinámica de polarización, entre el proyecto populista del Movimiento Alianza País y los retadores anticorreístas. Aunque la mayoría de los actores en el campo opositor fueron fluctuando (pocos se consolidaron, como el movimiento CREO que lidera el banquero Guillermo Lasso), se constituyó una fuerza social anticorreísta sin liderazgo ni coherencia ideológica definida, que fue ganando terreno en la lucha política. La inminencia de las elecciones generales del 2017 y la designación de un sucesor en el oficialismo agudizó esta polarización, con connotaciones sociales —correísmo en las clases populares; anticorreísmo en las clases medias-altas— que desbordaron el plano exclusivamente político. Aunque el anticorreísmo no logró ir unido bajo un solo binomio a las elecciones, la fortaleza del principal candidato opositor (Lasso mantuvo sólida su intención de voto durante toda la campaña) hizo por primera vez creíble la posibilidad de una alternancia en el poder. En este artículo presentamos un análisis del último año en el poder de Rafael Correa y de la emergencia del anticorreísmo como un competidor con posibilidades de pugnar la alternancia en el poder político ecuatoriano.

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Contestado por toalamendozajasbleid
1

En mayo del 2017, Rafael Correa abandonó la Presidencia del Ecuador luego de una década de ocupar el Palacio de Carondelet. Antes del correísmo, la democracia ecuatoriana se caracterizó por altos niveles de inestabilidad: presidentes incapaces de culminar con el mandato para el que habían sido elegidos. Por un lado, poderes fácticos, como los empresarios y los militares, se constituyeron en actores de veto capaces de coaccionar las ambiciones presidenciales (Barndt 2010). Por otro, los movimientos sociales indígenas emergían con demandas de inclusión política (Yashar 2005). Frente a esto, desde que asumió la Presidencia, el gobierno de Rafael Correa planteó una estrategia de concentración del poder que básicamente operó en dos arenas: la correlación de fuerzas y el diseño institucional. Respecto de la primera, migró de una relación de enfrentamiento a una de negociación con los grupos de poder, aunque manteniendo una retórica antiestablishment (Wolff 2016). Respecto de la segunda, construyó un sistema híperpresidencialista (Pachano y Freidenberg 2016), apoyado en un estilo de gobierno que combinó el carisma personalista y el apoyo tecnocrático (de la Torre 2013). Asimismo, en su enfrentamiento con la derecha tradicional, endosó el estilo antiestablishment de la prédica del “socialismo del siglo XXI” (Collins 2014).

La debilidad del sistema de partidos ecuatoriano y la supervivencia de algunas de estas organizaciones “tradicionales” en base a enclaves regionales (como el Partido Social Cristiano en la costa) evolucionó hacia a una dinámica de polarización, entre el proyecto populista del Movimiento Alianza País y los retadores anticorreístas. Aunque la mayoría de los actores en el campo opositor fueron fluctuando (pocos se consolidaron, como el movimiento CREO que lidera el banquero Guillermo Lasso), se constituyó una fuerza social anticorreísta sin liderazgo ni coherencia ideológica definida, que fue ganando terreno en la lucha política. La inminencia de las elecciones generales del 2017 y la designación de un sucesor en el oficialismo agudizó esta polarización, con connotaciones sociales —correísmo en las clases populares; anticorreísmo en las clases medias-altas— que desbordaron el plano exclusivamente político. Aunque el anticorreísmo no logró ir unido bajo un solo binomio a las elecciones, la fortaleza del principal candidato opositor (Lasso mantuvo sólida su intención de voto durante toda la campaña) hizo por primera vez creíble la posibilidad de una alternancia en el poder. En este artículo presentamos un análisis del último año en el poder de Rafael Correa y de la emergencia del anticorreísmo como un competidor con posibilidades de pugnar la alternancia en el poder político ecuatoriano.

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