Es posible una dictadura en nuestros tiempos?
Respuestas a la pregunta
Este drama basado en hechos reales lleva al espectador mínimamente interesado a una reflexión cuyo pilar fundamental radica en si es posible que en nuestros días surja una dictadura o no.
Probablemente, si me hubieran hecho esa pregunta antes de haber visto esta obra maestra, mi respuesta habría sido rotunda: NO.
Los alumnos, impulsados por aquel profesor, me transmitían su ilusión en el proyecto, estaban completamente implicados, parecía como si en él hubieran encontrado una solución a todos sus problemas, una vía de escape. Yo compartía aquella emoción. Quizás, el sentimiento de todos los que apoyaron a dictadores como Hitler era exactamente el mismo. Seguro que los seis millones de parados que encontraron trabajo se sentían recompensados de alguna forma, el proletariado participaba por fin. No obstante, la gran mayoría no sabía que con su esfuerzo lo único que hacía era facilitar y agilizar el proceso: la muerte de cada judío, de cada débil, de cada disidente político… la muerte de millones de inocentes y, sin embargo, allí estaban formando parte de lo que comenzó siendo una exaltación de la nación alemana.
De forma similar, en ese colegio, cada día había una novedad que reforzaba su experimento. Cualidades como la creatividad, el éxito, el compañerismo, el interés y la satisfacción de los adolescentes iban creciendo a lo largo de aquella semana de proyectos y lo más curioso fue que, aunque yo veía la emoción y la pasión por aquella novedad, de repente quise advertirles de que algo malo acechaba, seguro; temía lo peor. Sin duda alguna, reconocía dichas cualidades, las había visto antes en alguna parte… aquella ilusión era la misma que puso el pueblo alemán durante aquellos años. Y a veces, debido al tiempo transcurrido, lo esquivamos porque es desagradable, inhumano, inexplicable…
Me planteé la misma pregunta cuando la película terminó, mi respuesta había cambiado radicalmente tras apenas dos horas. Nada era inexplicable.
Resulta que todos nuestros avances son pocos, ni siquiera una ideología rotundamente aceptada a favor de la democracia -muy distanciada de movimientos de carácter fascista- puede frenar la fuerza de un grupo. Las nuevas facilidades tecnológicas harían mucho más fácil que dicho grupo creciera, se comunicara, se organizara, e incluso difundiera sus ideales. Tanto la búsqueda de la satisfacción personal por el reconocimiento en un grupo y el sentimiento de pertenencia a un movimiento, como lo reconfortante de sentirse apoyado, podrían llevar al nacimiento de movimientos autoritarios.