Es para mañana ayuda
Respuestas a la pregunta
1)
1. El profeta verdadero nunca recurría a la adivinación, la hechicería ni la astrología (Dt. 18:9-14: Miqueas 3:7; Ezequiel 12:24). La fuente del mensaje profético era Dios mismo (2 Pedro 1:20-21).
2. El profeta verdadero nunca adaptaba su mensaje para servir las ansias o deseos de la gente (Jeremías 8:11; 28:8; Ezequiel 13:10). Los profetas falsos daban un mensaje que les acarreaba popularidad y dinero. Eran los profetas al estilo de las grandes empresas ricas, como las 500 de la revista Fortune, los oportunistas religiosos (Miqueas 3:5-6, 11). El profeta verdadero daba el mensaje de Dios sin alteraciones e independientemente de sufrir pérdidas y vergüenzas personales y hasta daño físico.
3. El profeta verdadero mantenía su integridad y carácter personal (Isaías 28:7; Jeremías 23:11; Oseas 9:7-9; Miqueas 3:5, 11; Sofonías 3:4). Jesús dice que los profetas verdaderos y los falsos serían conocidos por sus frutos, esto es, por lo que hacen y dicen (Mateo 7:15-20).
4. El profeta verdadero estaba dispuesto a sufrir en aras de su mensaje (1 Reyes 22:27-28; Jeremías 38:4-13; Ezequiel 3:4-8).
5. El profeta verdadero anunciaba el mensaje coherente con la ley y los mensajes de otros profetas verdaderos (Jeremías 26:17-19). El mensaje nunca contradecía ni desechaba una verdad anteriormente revelada, sino que la confirmaba y se edificaba sobre ese cuerpo de verdad (Dt. 13:1-3).
6. El profeta verdadero tenía el cien por ciento de éxito cuando predecía acontecimientos futuros (Dt. 18:21-22). ¡Al contrario de los “psíquicos” (espiritistas) modernos, no bastaba con tener una tasa de éxito que fuera interior a lo absoluto! Si el supuesto profeta no tenía el cien por ciento de precisión, la gente tenía que sacarlo fuera de la ciudad y apedrearlo (Dt. 18:20).
7. A veces el profeta veía legitimado su mensaje por la obra de uno o más milagros (ver Éxodo 5-12). Sin embargo, esta prueba no era concluyente porque los profetas falsos también hacían milagros ocasionalmente (Éxodo 7:1-12; 8:5-7; Marcos 13:22; 2 Tes. 2:9). Por tanto, Moisés señala más de esta prueba en Deuteronomio 13:1-3:
2)
Un falso profeta es aquel individuo que ilegítimamente finge cualidades de profecía o se proclama poseedor o receptor de determinados dones divinos, sin realmente poseerlos. Se usa de modo especial en la religión judeocristiana para referirse a impostores que ejercen un ministerio religioso que está contaminado por la falsedad y malicia de la apostasía y la hipocresía.
Los falsos profetas se consideran aquellos que se proclaman poseedores de un falso don de carácter profético, o bien, a un falso carisma, una falsa imagen pública o apariencia que utilizan para fines ocultos que pueden ser demagógicos, demoniácos, políticos, u otros intereses lucrativos, económicos, personales, etc.
Esta palabra también llega a usarse en el lenguaje coloquial para referirse a un farsante o simulador que se hace pasar por una persona buena, cuando en realidad, esconde motivos maliciosos e ilegítimos.