¿Es la sociedad quien acentúa la discriminación cultural?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El etnocentrismo es un fenómeno social ancestral, activador de conductas xenofóbicas,
prejuiciosas y descalificadoras del “otro” (extranjero, ajeno, diferente). Paradójicamente,
garantizar el reconocimiento de ese “otro”, es imprescindible para la consolidación de
las identidades, en todo modelo auténtico de democracia.
En América Latina y el Caribe, falta aún consolidar espacios de crítica, de debate y de
expresiones reinvidicativas que permitan reconocer la raíz conflictiva que sustentan las
relaciones interétnicas e interculturales. Espacios que podrían motivar a la superación
de los conflictos, en lugar de esconderlos y apelar a los supuestos beneficios del olvido
o de la proliferación de innumerables declaraciones de tolerancia y desprejuicio,
siempre útiles, pero no suficientes.
La contradicción entre la sociedad “legal” y la sociedad “real” es propia de la
constitución de los estados modernos. En la medida que subsista la marginación
socio-económica de los sectores más pobres de la Región (los indígenas, los
afrolatinos y afrocaribeños), la legislación vigente en materia de integración igualitaria,
no será más que uno de los tantos elementos emergentes de esta contradicción. Por
un lado, la igualdad de derecho frente a la desigualdad de facto, fortalece la
discriminación velada en el seno de la sociedad y, por otro, suele inhibir y desmovilizar
a los grupos directamente afectados.
A comienzos del Siglo XIX, y a medida que se consolidaba el poder de los nuevos
estados latinoamericanos, diversas disposiciones legales transformaron en ciudadanos
“con igualdad de derechos” a los indígenas de nuestra América. En algunos casos,
estas disposiciones reiteraban anteriores Cédulas Reales correspondientes al período
colonial1
.
Explicación: