es indispensable eliminar las diferencias o las desigualdades
porque
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Los economistas han establecido vínculos entre la globalización y la convergencia de ingresos, y parece existir una clara tendencia a superar las brechas de ingresos entre los países, que se refleja en la desaceleración del crecimiento en los países ricos y el crecimiento rápido y sostenido en China y, posteriormente, en la India. Sin embargo, la tendencia es más incierta de lo que muchos habían imaginado en un principio.
No es tarea fácil combinar estas tendencias de la desigualdad interna y externa, aunque, en general, hay quien estima que el coeficiente de Gini a nivel mundial ha disminuido ligeramente en los últimos 20 años, en gran medida porque los ingresos de los asalariados de los países avanzados se han reducido notablemente. Aun así, y con la excepción de los pocos Estados que son los más desiguales, la desigualdad entre países sigue siendo muy superior, con diferencia, a la desigualdad interna.
Es evidente que la desigualdad puede plantear una amenaza grave para la estabilidad social y política. No obstante, se reconoce cada vez más que también puede poner en peligro el crecimiento sostenido. Un estudio del Fondo Monetario Internacional puso de relieve que una mayor igualdad de ingresos contribuía a prolongar la duración de las rachas de crecimiento económico de los países más que el libre comercio, la escasa corrupción gubernamental, la inversión extranjera o el bajo nivel de deuda externa . Hay otros estudios sobre los vínculos entre la desigualdad creciente y las turbulencias y crisis económicas, conexión que parece estar íntimamente relacionada con el mayor peso económico y político de las corrientes financieras y los mercados no regulados .
La desigualdad pone en peligro la consecución de los objetivos económicos generales propuestos por el Grupo de Trabajo Abierto de la Asamblea General sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como la erradicación de la pobreza extrema, la promoción del trabajo decente y la transformación de las estructuras económicas. La desigualdad no es una cuestión de suerte u oportunidad y puede corregirse mediante políticas y reformas, argumento expuesto recientemente en la innovadora investigación de Thomas Piketty.
Para reducir la desigualdad dentro de los países habrá que ampliar el margen normativo y fiscal a nivel nacional de forma que cada país pueda establecer una combinación de políticas que beneficie a todos y, en particular, aumente los ingresos de las personas más desfavorecidas. Dos variables decisivas serán el empleo y los salarios. La creación de empleo sigue siendo la única manera segura de luchar contra la pobreza de forma sostenida, en especial allí donde la fuerza de trabajo crece rápidamente. Ahora bien, el aumento de los salarios también es necesario para expandir la demanda interna, que se considera cada vez más como un componente esencial de un crecimiento más sostenible (UNCTAD, 2013). Por lo tanto, los países tendrán que establecer el tipo de infraestructura y capacidad productiva que propicie una economía más diversificada basada en la política industrial, superar gradualmente la dependencia de los productos básicos y alcanzar cierto grado de éxito en actividades industriales más complejas.
El ajuste de los desequilibrios del sistema económico internacional requerirá reformas mundiales del sistema financiero, comercial, monetario, fiscal y de inversiones para reducir la volatilidad. La conclusión de convenios internacionales contra la elusión y la evasión de impuestos para impedir el recurso a la competencia tributaria y a los paraísos fiscales con el fin de eludir responsabilidades fiscales contribuiría a garantizar fondos suficientes para financiar los proyectos de inversión a largo plazo necesarios para avanzar en la senda del desarrollo inclusivo y sostenible. Entre un 8% y un 15% de la riqueza financiera neta de los hogares se encuentra en paraísos fiscales, lo que da lugar a una pérdida de renta pública que asciende a una suma anual de entre 190.000 y 290.000 millones de dólares de los Estados Unidos. La mitad de esa riqueza procede de los países en desarrollo, que también podrían estar perdiendo más de 160.000 millones de dólares anuales por la utilización indebida de los “precios de transferencia” y la “infracapitalización” para trasladar los beneficios contables a jurisdicciones de baja o nula presión fiscal. La obligatoriedad y ampliación de la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas también contribuiría a movilizar los recursos internos.