Administración, pregunta formulada por mazzeyeddy4, hace 2 meses

Es el modelo militar de liderazgo adecuado para cualquier compañía, ?

Respuestas a la pregunta

Contestado por J1e2s3us4jesusito
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Respuesta:

Lecciones de liderazgo militar aplicadas al mundo corporativo

El combate es la experiencia definitiva, la exposición absoluta y completa a lo peor y a lo mejor del ser humano. El mando de tropas en el campo de batalla es una actividad extenuante, intensiva, donde las decisiones deben tomarse con rapidez, a menudo con información incompleta, y con el conocimiento de que sustraerse a ellas implica haber tomado la peor de todas.

El liderazgo militar está en continua evolución. Se adapta a las circunstancias cambiantes del entorno tecnológico, social, histórico, geográfico y político de cada situación. El mundo actual es inestable, global y asimétrico, con campos de batalla donde ya no es posible trazar una línea del frente definida. En este entorno, el líder militar no puede limitarse a entender la situación, debe cambiarla y adaptarla a las necesidades tácticas particulares de un momento determinado.

El líder militar debe ser capaz de aunar los esfuerzos de las tropas bajo su mando, para canalizar las habilidades y experiencias en pos de de un bien común que puede implicar sacrificios y pérdidas limitadas en un contexto de ganancia superior.

El liderazgo implica autoridad ya sea revestida del poder que otorga el mando (potestas) o bien mediante otras virtudes intrínsecas que influyen en la disposición voluntaria a adoptar y perseguir la visión del líder (auctoritas). El camino final de la auctoritas es el reconocimiento del mérito y el respeto que conlleva, la dignitas.

El camino final de la auctoritas es el reconocimiento del mérito y el respeto que conlleva, la dignitas.

La disciplina inherente a una organización militar obliga al ejercicio del mando con responsabilidad, la capacidad de respuesta libre a lo ejecutado. Oponiendo capacidad a la virtud de Kant porque esa capacidad, como conjunto de cualidades, cimenta el buen ejercicio en la ejecución. El hombre es libre porque ejerce su voluntad de forma responsable, al menos ante sí mismo, a no ser que prescinda del arbitrio del bien y la verdad, en cuyo caso no sería libre sino esclavo de sus pulsiones.

La responsabilidad no existe sin libertad (libertas versus licentia); sin responsabilidad no existe liderazgo, siempre que se entienda el deseo consecuente de la excelencia en el mando. El líder no es quien va primero, el líder no es otra cosa que el espejo donde se refleja el mando.

Collin Powel decía: «Los mediocres cumplen órdenes y esperan. Los mejores, no necesitan tener que pedir permiso. El líder no espera que le pidan permiso». Esta afirmación indica que toda lealtad necesaria para el ejercicio del mando hay que ganarla, en orden ascendente y descendente. Esta frase salva la obediencia y disciplina como base sobre la que la autonomía en la ejecución de las fases necesarias para la obtención de un objetivo dado, se asienta.

«Los mediocres cumplen órdenes y esperan. Los mejores, no necesitan tener que pedir permiso. El líder no espera que le pidan permiso». Collin Powel

Cuando Napoleón escapó de la isla de Elba el 1 de marzo del año 1815, se encontró en Grenoble con tropas armadas leales al rey Luis XVIII, el 5º Regimiento de Línea, con órdenes de detenerlo y apresarlo. Napoleón, consciente de lo dramático de la situación, se acercó despacio a caballo, descabalgó y, frente a la línea de fuego de las tropas del capitán Randon, se abrió la casaca mostrando el pecho y gritó «Soldados del 5º, me reconocéis. Si algún hombre quiere disparar sobre su emperador, puede hacerlo ahora». Tras un breve y plomizo silencio, los soldados agitaron sus chacós gritando «¡Vive l’Empereur!» y marcharon junto con Napoleón a París, donde llegó el 20 de marzo, sin disparar ni un solo proyectil y aclamado por el pueblo, levantando un ejército regular de 140.000 hombres y una fuerza voluntaria que rápidamente ascendió a alrededor de 200.000 soldados. Era el comienzo del Imperio de los Cien Días.

¿Qué conmovió a esos soldados para subordinarse voluntariamente a él, faltando a sus órdenes expresas, a la lealtad debida y a su rey? prácticamente ningún soldado había servido a su mando y Napoleón no exhibía rango militar alguno, carecía de potestas. Nada más que su liderazgo, su mérito, su dignitas, le abrieron las puertas de París.

El liderazgo es vocacional, voluntario. La capacidad de liderazgo es ajena a su asunción y ejecución. El liderazgo es individual, particular y depende de las características puntuales de cada uno, de su carácter y valores. No existen modelos de liderazgo ni tipos de líder, no existe un modelo comunicativo, autoritario o indirecto, del mismo modo que no es posible leer sobre Churchill, Julio César o Viriato, y pretender ser ellos. Cada persona es esclava de sus motivaciones y condiciones, por lo que ejerce el liderazgo según aquellas lo determinan.

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