Eran constantes los incendios en las ciudades medievales
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Con el incendio de Notre Dame de París todavía reciente, y a la espera de que se decida qué va a pasar con su reconstrucción, queremos volver la atención hacia dos detalles: en primer lugar, hacia la gran previsión de los arquitectos medievales, que permitió que la estructura original resistiese como por arte de magia mientras veíamos las reformas del siglo XIX desplomarse en directo en las televisiones e internet. En segundo lugar, hacia el por qué de esta previsión: el fuego en las ciudades medievales (no sólo en las catedrales, sino en las casas, los puentes, los edificios públicos) era una realidad a la que se hacía frente con relativa frecuencia y los incendios eran difíciles de detener una vez empezados en una época en la que la única herramienta de lucha contra las llamas era el esfuerzo humano y los cubos llenos de agua.
Por esto, este mes queremos dedicar un post en nuestro blog a hablar de algunos de los grandes incendios que se vivieron en Europa a lo largo del periodo medieval. No para regodearnos en la tragedia sino para recordar que, a pesar de todo, siempre podemos volver a construir.
En primer lugar, tenemos que mencionar los incendios provocados de manera intencionada. El fuego era un elemento más en la lucha y la conquista, y ni siquiera los edificios construidos en piedra estaban a salvo. Quizás uno de los casos más espectaculares sea el de los incendios provocados en Constantinopla durante el saqueo que en 1024 llevaron a cabo los cruzados cristianos. Se trató de una muestra de violencia sin precedentes entre dos bandos cristianos, cuyas consecuencias se extendieron hasta el año 2004, cuando en el 800 aniversario del suceso el Patriarca Bartolomeo I aceptó formalmente las disculpas que la Iglesia católica ofreció en 2001. Durante el saqueo, Constantinopla ardió hasta en tres ocasiones, tanto como método de defensa de los cruzados una vez que entraron en la ciudad como simplemente para asegurar la destrucción de determinadas zonas o de los lugares sagrados que fueron expoliados.
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Sin embargo, muchos de los incendios simplemente sucedía. La mayor parte de las construcciones seguían haciéndose en madera, de modo que una chispa o un fuego mal apagado en una cocina podía ser suficiente como para comenzar una tragedia. La localidad alemana de Lübeck va a arder por completo en tres ocasiones, en 1157, en 1251 y en 1276. Esto va a desembocar uno de los primeros planes de prevención de incendios, a partir del cual se comenzará a utilizar la piedra como material básico de construcción y se regularán las medidas a seguir en caso de incendio. Podríamos decir que se trata de un programa tremendamente exitoso, porque después de 1276 la ciudad no volverá a arder hasta los bombardeos de la II Guerra Mundial.
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Pero si hay una región que se lleva el récord de destrucciones y reconstrucciones provocados por el fuego, ésta es sin duda Londres. Probablemente el Gran Incendio de 1666 sea lo que se nos venga la mente al pensar en esta situación, pero la dramática historia de esta ciudad con el fuego se retrotrae al año 60 de nuestra era. Ya en la época medieval, tenemos noticias de incendios en Londres tan temprano como 675, año en el que se destruye la catedral sajona, construida íntegramente en madera, y que terminará de reconstruirse en el 685. Otro incendio asola la región en el año 1087, al inicio del reinado de Guillermo II. Este fuego destruirá buena parte de la ciudad y la catedral de San Pablo.
Los dos incendios más importantes del Londres medieval van a tener lugar en 1135 y 1212. El primero de ellos tiene lugar en los primeros días de la celebración de Pentecotés, aunque las fuentes no se ponen de acuerdo en si comenzó en el Puente de Londres o en la casa del “sheriff” de la ciudad, que en ese momento era Gilbert Becket (padre de Thomas Becket). El incendio destruyó la ciudad entre la catedral de San Pablo y San Clemente. Por suerte, aunque el cronista Matthew Paris dijo lo contrario, esta vez San Pablo se salvó de las llamas.
El segundo de los incendios es también conocido como “El gran fuego de Suthwark”, ya que esta fue la zona en la que se originó. El incendió destruyó la catedral de Suthwark y el Puente de Londres, que se acababa de reconstruir en piedra. Aunque la estructura del puente sobrevivió, las casas que el rey Juan I había permitido construir sobre él se perdieron completamente. Hay fuentes que estiman que tan solo en el Puente de Londres murieron 3000 personas, cifra que aparece en el Libro Guinness de los Récords, pero parece exagerada cuando hablamos de una población total de no más de 50000 personas y no hay fuentes fiables al respecto, como sucede con otras tantas tragedias de la época.