¿Era el sistema político del imperio de Alejandro Magno una democracia como la ateniense?
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En su conjunto el siglo IV anterior al cambio de Era suele interpretarse como un largo período de transición entre la Grecia clásica y los reinos helenísticos. Asimismo, se considera un período de crisis en el mundo griego. Por crisis no debe entenderse tanto una decadencia como un conjunto de transformaciones que revelan la ruptura del equilibrio al que se había alcanzado en el siglo anterior. Ni la cultura ni la economía decayeron especialmente, si bien esta última se vio muy afectada por el desarrollo de las guerras.
Los enfrentamientos políticos y militares fueron frecuentes en esta época, debido a la lucha por la hegemonía entre los distintos estados griegos. Pero por encima de todos los acontecimientos puntuales, dos grandes procesos históricos caracterizaron al siglo IV griego: la desintegración de la polis como modelo de estado y el desarrollo de la hegemonía macedónica sobre el mundo griego, liderada en primer lugar por el rey Filipo II y más tarde por su hijo Alejandro Magno.
Ambos procesos tienen que ver con el escenario que se produjo en el mundo griego tras las Guerras del Peloponeso (431-404 a.C.) y la victoria final de Esparta. Las consecuencias inmediatas de este enfrentamiento militar se resumen a continuación.
Esparta sustituyó a Atenas en el liderazgo del ámbito helénico y propició el mantenimiento de sistemas de gobierno oligárquicos. Del 404 al 403 a.C. se instauró el “Régimen de los Treinta” y fue eliminada la democracia ateniense. En las póleis se recrudecieron dos corrientes políticas contrapuestas: una partidaria y otra opuesta a la democracia. Las ciudades griegas de la costa de Asia Menor pasaron de nuevo a estar bajo control del Imperio persa, en cumplimiento de los pactos que Esparta había establecido con esta potencia en los últimos años de la guerra.
Al fracasar el Imperio ateniense, se reactivó el problema de la piratería en el Mar Egeo y el comercio marítimo entró en crisis. Las relaciones y alianzas entre los distintos estados griegos, por un lado, y entre éstos y los persas, por otro, se mantuvieron muy inestables. Esparta no fue capaz de mantener la hegemonía que le había venido dada por su victoria frente a Atenas. Esto se debe a que tuvo que concentrarse, una vez más, en la solución de problemas sociales internos.
La debilidad de Esparta fue aprovechada por los persas y también por otras ciudades-estado griegas que intentaron hacerse fuertes: Atenas logró reconstruir en parte su imperio (“Segunda Confederación Marítima”), sin llegar al nivel alcanzado en el siglo V a.C., al tiempo que Tebas intentó también imponer cierto liderazgo sobre las demás póleis griegas. Pero ni una ni otra lograron hacerse con el control.
En este ambiente de desunión entre los griegos y de inexistencia de una potencia fuerte que pudiera hacer frente al peligro de los persas, debe enmarcarse el ascenso de Macedonia.
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no lo se, no sorry.
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