Historia, pregunta formulada por jerlenflores26, hace 10 meses

Enque etapa estaba nuestro pais cuando echevarria escribe el matadero? Que bandos se disputaban el poder y que buscaban imponer cada uno

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Contestado por gaboalejandrofernand
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Respuesta:

La exigencia unitaria

La exigencia unitaria le llega a Echeverría como herencia saintsimoniana, pero sólo comprenderemos lo que en nuestro pensador significa si, dejando de lado la experiencia que le dio origen, examinamos aquella que movió a Echeverría a hacerla suya y conservarla como piedra fundamental de la deseada regeneración. Esa exigencia, vista desde su origen europeo, se nos aparecía como enigmática, había perdido su justificación originaria y las que ahora la apoyaban eran muy poco pertinentes, del todo ajenas a su primitivo sentido. Es precisamente ese sentido el que ha cambiado junto con aquellas justificaciones, y la nueva significación que le permite conservar su papel predominante está vinculada con los propósitos más firmes que llevó Echeverría a la vida política.

Echeverría, ya se ha visto, se pone en el lugar del partido unitario: la ruina de la nación se identifica para él con el fracaso de ese partido. Pero esa identificación no era de ninguna manera cosa tan evidente como él parecía creer, no era un dato que la realidad proporcionaba; era ya una peculiar manera de interpretar esa realidad.

En el examen de la realidad nacional lo primero que quiere observar Echeverría es el papel del grupo dirigente. Lo primero y aun lo único, pues el interés por lo demás, por ese mundo misterioso capaz de ofrecer las más inesperadas y devastadoras reacciones, no se da sino subordinado al estudio de la actitud que frente a él supo asumir el grupo dirigente unitario. Si ese grupo era lo único de veras activo que guardaba en sí la nación, si todo lo demás no se definía sino por relación con él, altísima era con ello su dignidad, enorme a la vez su responsabilidad; era en rigor responsable único del destino nacional, pues todo lo que ocurría en el país era acción suya o reacción a esa acción; una reacción que era siempre posible, y por lo mismo estrictamente obligatorio, prever. Antes de rechazar por injusta esa crítica del partido unitario, con su no fundada inculpación por todo lo que ocurrió en el país, debe notarse que tal crítica no era sino preparación para una empresa análoga; esa atribución de una responsabilidad indivisa al grupo unitario es a la vez la aceptación plena de esa responsabilidad por quienes vienen a ocupar su sitio. Más que una intemperancia polémica -que desde luego también la hay- debe verse en esas acusaciones airadas, y a veces disparatadas, contra la filosofía corruptora, contra el ateo materialismo unitario, una consecuencia obligada de una visión del mundo presidida por la acción de unos grupos directores que a su vez se han reunido bajo el signo de un determinado sistema de creencias.

Como grupo dirigente, el unitario ha fracasado. Es urgente, entonces, averiguar cómo ha ocurrido eso; sus errores servirán de enseñanza a quienes se disponen a emprender la misma aventura. Ha fracasado -ya se sabe- porque no conoció una creencia unitaria. No ocurre tan sólo que las creencias de ese partido no diesen el lugar debido a la generosa renuncia a todo egoísmo, no tan sólo que sometieran a todo impulso unitario superador de ese egoísmo a un examen que partiendo de supuestos que negaban la posibilidad de ese impulso, llegaba a la conclusión de que ese impulso efectivamente no existía, que la supuesta generosidad no era sino el más hábil de los disfraces que pudiese tomar el egoísmo. No faltan en Echeverría acusaciones de ese tipo; sensualismo, utilitarismo, egoísmo son términos que se dirigen como injurias contra la facción caída, según modelos europeos no difíciles de determinar. Así, por ejemplo, la profesión, de fe de Avellaneda:

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