énfasis. Los desarrollos lingüísticos tienen lugar bajo la sombra del edificio
de las epistemologías y metodologías del empirismo y del racionalismo. Y
constituyen un hito renovador con respecto a la tradición anterior y,
concretamente, a la renacentista, que conjugaba saber y esoterismo.
El atractivo de la Lingüística de esta época es tal que una dinámica corriente
actual, el generativismo, reconoce en ella unos precedentes notables. Con
acierto han sido apreciados ciertos paralelismos entre la Lingüística del s.
XVII y la del s. XX. La controversia entre estructuralismo y generativismo ha
sido comparada con aquella oposición entre las dos corrientes de la "nueva
filosofía": empirismo y racionalismo. Efectivamente, hay aspectos
coincidentes, en uno y otro momentos, que definen con nitidez cada postura;
entre otras disyuntivas, se cuentan las relativas al conductismo-mentalismo,
inducción-deducción hipotética y autonomía-no autonomía. Aunque
limitadamente, de esto ya hemos tratado en una parte de nuestra tesis de
licenciatura, La gramática de Port-Royal, y nos remitimos a sus páginas en
diversas ocasiones.
Nuestro objetivo se centra en el análisis de la oposición que académicamente
se presenta entre el empirismo y el racionalismo. En manuales y escritos
generales se habla de Wilkins y de Port-Royal como modelos sobresalientes
de una época dividida por adscripciones irreconciliables o, cuando menos,
absolutamente diferenciadas y carentes de confluencias. Wilkins es
asimilado a los presupuestos empiristas y Port-Royal es clasificado en un
hermético casillero racionalista. La dualidad de la Lingüística del s. XVII,
que puede ser ejemplificada en estos autores concretos, tiene validez si se
opera en términos de vaguedad. Relacionando a Wilkins y a Port-Royal cabe
establecer oposiciones indiscutibles; pero una comparación adecuada exige
gran concreción y no pocas matizaciones para no incurrir en mixtificaciones.
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