Encuentro con Flo Julieta al leer las cartas descubrió que : Flora fue joven y tuvo una vida distinta a la actual. Flora era periodista. Flora tuvo tres novios
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Al final del libro El hombre unidimensional, Marcuse estampa una cita de Walter Benjamin que dice: “Sólo gracias a aquellos sin esperanza nos es dada la esperanza”. Pienso en esa frase y entiendo que allí adonde hay un vacío, los humanos tienden a llenarlo con lo que falta. La constatación de una ausencia exige la necesidad de ser compensada por la presencia correspondiente. Pienso en eso, y luego de la lectura de la novela de Laura Escudero, Encuentro con Flo, fuerzo un par de paráfrasis de esa cita: “sólo gracias a aquellos sin memoria nos es dado el recordar” y “sólo gracias a aquellos sin identidad nos es dado el autorreconocimiento”.
El título de la novela arroja las primeras pistas de lo que vamos a leer: se trata de un encuentro. Esta palabra, “encuentro“, es una de esas palabras maravillosas de nuestro idioma, pues tiene en sí la capacidad de definir dos cosas completamente opuestas: un “encuentro” es la coincidencia, la entrevista y el hallazgo de las cosas o las personas entre sí, pero también es la oposición, la contradicción, la pelea, la riña, la disputa de una contienda. De ese modo, la palabra “encuentro” nos habla de cómo aparece lo que no está en lo que está, de cómo se llenan los vacíos: la esperanza en la desesperanza, la memoria en la desmemoria, la identidad en la enajenación. Eso, en definitiva, es lo que narra esta novela en la que una niña, Julieta, que está entrando en su adolescencia, procesa su “encuentro” (choque primero, coincidencia luego) con su abuela materna, Flora, quien luego pasará a ser Flo.
Flora… esa abuela que había visto algunas veces y casi ni conocía. Esa señora arrugada que no lograba recordar su nombre y le decía Paula, Raquel, Anita… (¿Por qué “Anita”?) Esa vieja lenta que hacía rezongar a su tía, quien la retaba y la retaba porque no entendía nada de lo que explicaba.
(p.7)
La abuela padece el mal de Alzheimer. Un buen día, sin previo aviso, la madre de Julieta, por una necesidad circunstancial, instala a la abuela Flora en el departamento en el que vivien, más específicamente en el dormitorio de la niña, ese lugar propio de ella, ese reducto donde se permite pensar y refugiarse de los avatares de una vida familiar moderna bastante caótica (familia recompuesta, ausencia del padre, madre inestable emocionalmente, un medio hermano pequeño, etc.). En una primera instancia, cuando las fuerzan a convivir, la nieta se horroriza y se molesta con su abuela. Hay una pregunta que se hace Julieta frente a esa circunstancia particular que es clave: “¿Cómo pueden terminar juntas dos personas porque no caben en otro lugar?“. Y es que así como la abuela perdió su lugar en el mundo, dada su enfermedad, también Julieta se siente desplazada, sin espacio, no perteneciente en el “caos” de su mundo inmediato. Entre esa nieta y esa abuela, supuestamente ubicadas en las antípodas de los procesos vitales, estará eso en común: el no caber en ningún lado. Eso, y se verá luego, unas cuantas cosas más.
Explicación:
espero q t ayudde