Historia, pregunta formulada por vnaverosortiz, hace 1 mes

En un pequeño pueblo de la china vivió, hace muchísimos años, un humilde campesino llamado Wang-Chih, junto con su mujer y sus dos hijos. Todas las mañanas, apenas salía el sol, Wang-Chih se iba a la pequeña parcela de tierra que había heredado de sus antepasados. Y allí pasaba el día trabajando hasta que el sol se ocultaba. Luego volvía a su casa a reunirse con su familia, a la que amaba sobre todas las cosas. A pesar de que era pobre, Wang-Chih era un hombre feliz. Una mañana, cuando Wang-Chih se preparaba para irse al campo, sus hijos le dijeron: -Vuelve pronto, papá. Hoy son las fiestas del pueblo y tienes que ayudarnos a hacer los farolitos para la procesión de los faroles. -No se preocupen, volveré a tiempo. Wang-Chih pasó la mañana cultivando los campos y cuando llegó la hora de comer, se metió en una cueva para protegerse del sol. En aquella cueva había dos viejos jugando ajedrez. WangChih se quedó viendo cómo jugaban y al cabo de un rato observó que las barbas de los viejos había crecido desmesuradamente. -¿Cómo les pueden crecer tan rápidamente las barbas? -les preguntó -¿Rápidamente, dices? -le contestó uno de los viejos-. Hace ya medio siglo que llegaste. En esta cueva el tiempo pasa muy rápido. Sorprendido e incrédulo, Wang-Chih salió de la cueva y se dirigió hacia su casa. Pero al llegar a su pueblo vio que todo había cambiado: en el lugar de su pueblo, había ahora una gran ciudad, y donde siempre había estado su pequeña casa, se alzaba un magnífico palacio. Wang-Chih no podía alcanzar a comprender lo que estaba ocurriendo. -Por favor, señora -preguntó a una mujer que pasaba-. ¿Sabe usted dónde puedo encontrar a la mujer y a los hijos de Wang-Chih? La mujer lo miró extrañada: -¿Te refieres a la mujer y a los niños de aquel hombre que fue al campo y no volvió? Cuando era pequeña, oí contar a mis padres que los tres murieron pobres y tristes hace muchos años. Wang-Chih regresó desesperado a la cueva donde los viejos seguían jugando el ajedrez y les suplicó que lo ayudaran a volver a su tiempo. Los viejos le dijeron: -Lo conseguirás si bebes el elixir de la vida que guarda la Liebre Blanca de la Luna. Wang-Chih salió corriendo de la cueva y vio una preciosa cigüeña blanca. Montó sobre ella y se dirigió a la Luna. Allí vio a la Liebre Blanca y le pidió el elixir. La liebre, que era muy sabia, escuchó a Wang-Chih con mucha atención. Luego lo llevó hasta la cumbre de una montaña y le dijo: -Mira ahí abajo. Tu pueblo era antes una triste aldea con chozas y callejuelas llenas de barro. Hoy, en cambio, es una gran ciudad con palacios y grandes avenidas. ¿Estás seguro de que prefieres el tiempo pasado a este? Wang-Chih no lo dudó: -En ese lugar tan pobre vivían mi esposa y mis hijos. Sólo deseo volver con ellos y ser feliz. La liebre le dio el elixir y Wang-Chih lo bebió. Y al instante, se encontró de nuevo en el camino de entrada al pueblo. Wang-Chih comprobó que todo estaba igual en el poblado y una gran alegría inundó su corazón. Las pequeñas casas de madera le parecieron tan alegres que no las cambiaría por nada del mundo y echó a correr lleno de júbilo. Cuando llegó a su casa, era casi de noche y el viento movía los faroles que la gente había colgado a las puertas de sus casas. Sus hijos estaban esperándolo. -Papá, pensábamos que no llegarías a tiempo para la procesión. Wang-Chih no contó nada de lo sucedido. Aquella noche acudió con su mujer y sus hijos a la fiesta. Todos estaban muy contentos. Los niños llevaban farolitos de todos

POR FAVOR ES URGENTE
DOY CORONITA
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INICIO NUDO Y FINAL

DE LA HISTORIA ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por jmaurtua
1

Respuesta:

Explicación:

inicio:                                                                                                                 En un pequeño pueblo de la china vivió, hace muchísimos años, un humilde campesino llamado Wang-Chih, junto con su mujer y sus dos hijos. Todas las mañanas, apenas salía el sol, Wang-Chih se iba a la pequeña parcela de tierra que había heredado de sus antepasados. Y allí pasaba el día trabajando hasta que el sol se ocultaba. Luego volvía a su casa a reunirse con su familia, a la que amaba sobre todas las cosas. A pesar de que era pobre, Wang-Chih era un hombre feliz. Una mañana, cuando Wang-Chih se preparaba para irse al campo, sus hijos le dijeron: -Vuelve pronto, papá. Hoy son las fiestas del pueblo y tienes que ayudarnos a hacer los farolitos para la procesión de los faroles. -No se preocupen, volveré a tiempo.

Nudo:

Wang-Chih pasó la mañana cultivando los campos y cuando llegó la hora de comer, se metió en una cueva para protegerse del sol. En aquella cueva había dos viejos jugando ajedrez. WangChih se quedó viendo cómo jugaban y al cabo de un rato observó que las barbas de los viejos había crecido desmesuradamente. -¿Cómo les pueden crecer tan rápidamente las barbas? -les preguntó -¿Rápidamente, dices? -le contestó uno de los viejos-. Hace ya medio siglo que llegaste. En esta cueva el tiempo pasa muy rápido. Sorprendido e incrédulo, Wang-Chih salió de la cueva y se dirigió hacia su casa. Pero al llegar a su pueblo vio que todo había cambiado: en el lugar de su pueblo, había ahora una gran ciudad, y donde siempre había estado su pequeña casa, se alzaba un magnífico palacio. Wang-Chih no podía alcanzar a comprender lo que estaba ocurriendo. -Por favor, señora -preguntó a una mujer que pasaba-. ¿Sabe usted dónde puedo encontrar a la mujer y a los hijos de Wang-Chih? La mujer lo miró extrañada: -¿Te refieres a la mujer y a los niños de aquel hombre que fue al campo y no volvió? Cuando era pequeña, oí contar a mis padres que los tres murieron pobres y tristes hace muchos años. Wang-Chih regresó desesperado a la cueva donde los viejos seguían jugando el ajedrez y les suplicó que lo ayudaran a volver a su tiempo.

Desenlace:

Los viejos le dijeron: -Lo conseguirás si bebes el elixir de la vida que guarda la Liebre Blanca de la Luna. Wang-Chih salió corriendo de la cueva y vio una preciosa cigüeña blanca. Montó sobre ella y se dirigió a la Luna. Allí vio a la Liebre Blanca y le pidió el elixir. La liebre, que era muy sabia, escuchó a Wang-Chih con mucha atención. Luego lo llevó hasta la cumbre de una montaña y le dijo: -Mira ahí abajo. Tu pueblo era antes una triste aldea con chozas y callejuelas llenas de barro. Hoy, en cambio, es una gran ciudad con palacios y grandes avenidas. ¿Estás seguro de que prefieres el tiempo pasado a este? Wang-Chih no lo dudó: -En ese lugar tan pobre vivían mi esposa y mis hijos. Sólo deseo volver con ellos y ser feliz. La liebre le dio el elixir y Wang-Chih lo bebió. Y al instante, se encontró de nuevo en el camino de entrada al pueblo. Wang-Chih comprobó que todo estaba igual en el poblado y una gran alegría inundó su corazón. Las pequeñas casas de madera le parecieron tan alegres que no las cambiaría por nada del mundo y echó a correr lleno de júbilo. Cuando llegó a su casa, era casi de noche y el viento movía los faroles que la gente había colgado a las puertas de sus casas. Sus hijos estaban esperándolo. -Papá, pensábamos que no llegarías a tiempo para la procesión. Wang-Chih no contó nada de lo sucedido. Aquella noche acudió con su mujer y sus hijos a la fiesta. Todos estaban muy contentos. Los niños llevaban farolitos de todos.

Espero que te ayude :D


vnaverosortiz: gracias:D
Contestado por juangabrielvidalsanc
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Respuesta:

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