En un párrafo la situación de Europa en la transición del siglo XIX al siglo XX
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EL MARCO HISTÓRICO DE LA TRANSICIÓN
Entre 1890 y 1910, y con especial intensidad en nuestro Hemisferio entre 1898 y
1903, es decir, entre la guerra hispano-estadounidense y la separación de Panamá,
las experiencias en el Sur fueron encontradas y frente a esa afirmación, poco representativas. Si bien para América Latina, se trató del fin del dominio colonial español, impulsado por la combinación de resistencias locales y presiones hemisféricas
directas e indirectas (Estados Unidos en el primer caso y Brasil en el segundo), para
África y el Medio Oriente, Asia y Oceanía, el proceso resultó totalmente contrario
en sus características y consecuencias.
Para sus pueblos, en realidad, se trató del comienzo o de la consolidación de la
dominación colonialista e imperialista de Europa y de los nuevos estados capitalistas
no europeos. Los dos conjuntos de experiencias, sin embargo, no son contrarios, sino
complementarios, y demuestran la complejidad de las políticas nacionales de las metrópolis y de la diversidad de circunstancias regionales y locales que las empresas
colonialistas enfrentaron. Por ejemplo, nadie desconoce que el talante de la política
exterior estadounidense hacia nuestro Continente era racista, imperialista y tan o más
expoliadora de los pueblos que la de los ingleses, franceses, alemanes, belgas, españoles, italianos, japoneses, holandeses y portugueses, en otras latitudes.
En nuestra aproximación a este período y al proceso en el cual se inscribe y
valora —entonces y en la actualidad— queremos destacar los siguientes planteamientos:
No fue el fin del sistema colonial a nivel mundial. Sí constituyó la configuración
de un nuevo marco de relaciones mundiales diseñado y puesto en marcha por las
potencias industrializadas y capitalistas de lo que hoy llamamos el Norte, en su
propio beneficio y en un esfuerzo por ofrecer un conjunto de instrumentos que
aseguraran un frágil y precario equilibrio y orden.
La última fase de descolonización de Hispanoamérica corrió de la mano de la
colonización del resto de lo que hoy llamamos Sur, reconociendo en este proceso,
una diversidad de experiencias metropolitanas en el ejercicio del dominio, control y
explotación coloniales. Experiencias como la dominación de África a partir de su
repartición entre 1885 y 1900, y la dominación de Oceanía y China, por repartición
y creación de enclaves coloniales y áreas de influencia colonial, se constituyeron en
el medio de resolución de conflictos y de contradicciones entre europeos en particular, y entre estados capitalistas en general.