En que textos se encuentran descripciónes de personas
Respuestas a la pregunta
retrato es la descripción de una persona, tanto en su aspecto físico como espiritual.
La descripción en el arte de describir personas puede ofrecer menos dificultades cuando se sigue un orden determinado, que podría ser éste:
Esta es la evocación que efectúa Miró de la figura de Lucio Poncio Pilato, procurador romano de Judea en tiempos de Cristo.
Texto de Gabriel Miró
Poncio era amplio, vigoroso y súbito; su cabeza, redonda, de cabellos grises, apretados y cortos; la frente, baja, de recia sien; los ojos, metálicos, inquietos y menudos, que aún se reducían más cuando miraban con ahínco; los labios, rasurados y carnales; la nariz, gruesa; salediza la barba; la mejilla, depilada y robusta, y las manos, muelles, enjoyadas con pulseras de oro pálido, y el ancho anillo de caballero, como una gota de luna. La violencia de su porte y de su voz caían en cansancios y hastíos; y dentro de esa quietud quedaba su ímpetu hecho plástica, vibrando en el pliegue de sus cejas, en el enojo de su boca, en la línea rotunda, estallante, de su mandíbula, como los bronces de Myron contienen el esfuerzo y el brío de la palestra.
GABRIEL MIRÓ, Figuras de la Pasión del Señor.
• Apoyo léxicoSúbito. Impulsivo y fácilmente irritable.Muelle. Suave.Hastío. Aburrimiento, cansancio.Myron. Escultor griego del siglo V antes de Cristo, autor del célebre Discóbolo.Palestra. Lugar donde antiguamente se celebraban combates y competiciones de distintas clases.• Breve aproximación al texto de Gabriel MiróExtraordinaria descripción de Pilato la que efectúa Miró, de gran fuerza plástica, tan rica en imágenes como en densidad expresiva. El acierto poético de las comparaciones y la adjetivación empleada para precisar los rasgos físicos y de naturaleza espiritual que mejor definen la personalidad de Pilato ponen de manifiesto la exquisita sensibilidad del novelista alicantino.
• ActividadesDescribirse a sí mismo/a. Escoger, para ello, los rasgos que mejor caracterizan la propia personalidad, tanto físicos como espirituales, y procurar establecer entre ellos –como hace Miró en el texto de referencia- alguna relación. (Actividad de expresión escrita).Trazar con palabras el retrato de algún compañero/a, de forma tal que permita su fácil reconocimiento. Incluir en dicho retrato rasgos que puedan resultar chocantes, así como alusiones a su atuendo y atavío. (Actividades de expresión escrita).Cuando se describen el carácter, las acciones y costumbres de una persona, el retrato recibe el nombre de etopeya.
• Aplicaciones prácticas
Esta es la magnífica descripción que Cela efectúa de don Leonardo Meléndez, probablemente uno de los personajes más cínicos y amorales de su novela La colmena.
Texto de Cela
Don Leonardo Meléndez debe seis mil duros a Segundo Segura, el limpia. El limpia, que es un grullo, que es igual que un grullo raquítico y entumecido, estuvo ahorrando durante un montón de años para después prestárselo todo a don Leonardo. Le está bien empleado lo que le pasa. Don Leonardo es un punto que vive del sable y de planear negocios que después nunca salen. No es que salgan mal, no; es que, simplemente, no salen, ni bien ni mal. Don Leonardo lleva unas corbatas muy lucidas y se da fijador en el pelo, un fijador muy perfumado que huele desde lejos. Tiene aires de gran señor y un aplomo inmenso, un aplomo de hombre muy corrido. A mí no me parece que la haya corrido demasiado, pero la verdad es que sus ademanes son los de un hombre a quien nunca faltaron cinco duros en la cartera. A los acreedores los trata a patadas y los acreedores le sonríen y le miran con aprecio, por lo menos por fuera. No faltó quien pensara en meterlo en el juzgado y empapelarlo, pero el caso es que hasta ahora nadie había roto el fuego. A don Leonardo, lo que más le gusta decir son dos cosas: palabritas del francés, como por ejemplo, madame, rue y cravate, y también, nosotros los Meléndez. Don Leonardo es un hombre culto, un hombre que denota saber muchas cosas. Juega siempre un par de partiditas de damas y no bebe nunca más que café con leche. A los de las mesas próximas que ve fumando tabaco rubio les dice, muy fino: ¿me da usted un papel de fumar? Quisiera liar un pitillo de picadura, pero me encuentro sin papel. Entonces el otro se confía: no, no gasto. Si quiere usted un pitillo hecho... Don Leonardo pone un gesto ambiguo y tarda unos segundos en responder: bueno, fumaremos rubio por variar. A mí la hebra no me gusta mucho, créame usted. A veces el de al lado le dice no más que: no, papel no tengo, siento no poder complacerle..., y entonces don Leonardo se queda sin fumar.