en que se diferencia las versiones de la piedad biondini con la piedad del vaticano
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Quito era una aldea que casi se había hecho ciudad, comenzó a estar rebosante de chagras, provincianos, era la capital del país y la ciudad más hermosa del mundo. Antes de los años sesenta gobernaron el Ecuador conservadores (curuchupas): luego, en los sesentas: el Loco, el Chumín, los gorilas, más curuchupas y ya en los setentas, más Loco y gorilas. Las élites que manejaban a los políticos eran rezagos de los colonizadores, se decían nobles, tenían haciendas, pusieron bancos y negocios, eran el poder real: de la riqueza. Los de las generaciones de los sesenta y setenta, nacieron en las post guerras: mundial y nacional, las crisis locales correspondientes las vivieron intensa y extensamente. La historia de esa generación vive en la conciencia histórica del mundo, pero escondida bajo la versión oficial. Escribo este relato, que quiso ser un cuento, por amor a Quito, mi ciudad, que sin el capítulo de la generación conservaría su historia sólo imaginada, como otro Macondo. Antonio Méndez es mi personaje, no porque haya sido excepcional, sino porque fue de los que enfrentó, como tantos, las peripecias de la época y aportó a la vida de la ciudad el espíritu de la generación.
Pude escoger a Petronilo Ramón, nacido en un pueblo serrano de diez mil habitantes, con mil quinientos abogados que ejercían su profesión. Juristas parapetados en locales como tiendas de barrio que no vendían chicharrón, ni tamales, ni cuyes asados del Valle, sino servicios legales a los que litigaban por haber sido mal vistos o por deudas de a sucre, no se consideraba respetable una familia que no litigara cuando menos en un juicio, aunque nomás fuese por la tierra bajo las uñas.