•¿En qué obras concretas se manifestó la Fe de Santo Domingo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
nose
Explicación:
xd nosé perdón
creo que es Convocados por el Santo Padre Juan Pablo II a la IV Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano y presididos por él en su inauguración, nos hemos
reunido en Santo Domingo, representantes de los episcopados de América Latina y
Caribe y colaboradores del Papa en la Curia Romana. Participaron también otros
obispos invitados de diversas partes del mundo e igualmente sacerdotes, diáconos,
religiosos, religiosas y laicos, además de observadores pertenecientes a otras iglesias
cristianas.
(Santo Domingo, Mensaje 1)
Una significativa efemérides ha sugerido la fecha de esta IV Conferencia: los 500 años
del inicio de la evangelización del nuevo mundo. Desde entonces, la Palabra de Dios
fecundó las culturas de nuestros pueblos llegando a ser parte integrante de su historia.
Por eso, tras una larga preparación que incluyó una novena de años inaugurada aquí
mismo en Santo Domingo por el Santo Padre, nos hemos congregado con actitud
asumida por el mismo Santo Padre, a saber, con la humildad de la verdad dando
gracias a Dios por las muchas y grandes luces y pidiendo perdón por las innegables
sombras que cubrieron este período.
(Santo Domingo, Mensaje 2)
La IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano ha querido perfilar las
líneas fundamentales de un nuevo impulso evangelizador que ponga a Cristo en el
corazón y en los labios, en la acción y la vida de todos los latinoamericanos. ésta es
nuestra tarea: hacer que la verdad sobre Cristo, la Iglesia y el hombre penetren más
profundamente en todos los estratos de la sociedad en búsqueda de su progresiva
transformación. La NUEVA EVANGELIZACIóN ha sido la preocupación de nuestro
trabajo.
(Santo Domingo, Mensaje 3)
Nuestra reunión está en estrecha relación y continuidad con las anteriores de la misma
naturaleza: la primera celebrada en Río de Janeiro en 1955; la siguiente en Medellín en
1968, y la tercera en Puebla en 1979. Reasumimos plenamente las opciones que
enmarcaron aquellos encuentros y encarnaron sus conclusiones más sustanciales.
(Santo Domingo, Mensaje 4)
Estos eventos constituyen una valiosa experiencia eclesial de la cual procede una rica
enseñanza episcopal, útil a las Iglesias y a la sociedad de nuestro continente. A estas
orientaciones se suma ahora el compromiso evangelizador que emerge de la presente
reunión, y que ofrecemos con humildad y alegría a nuestros pueblos.
(Santo Domingo, Mensaje 5)
La presencia maternal de la Virgen María, unida entrañablemente a la fe cristiana en
Latinoamérica y Caribe, ha sido desde siempre, y en especial en estos días, guía de
nuestro camino de fe, aliento en nuestros trabajos y estímulo frente a los desafíos
pastorales de hoy.
(Santo Domingo, Mensaje 6)
II. AMERICA LATINA Y EL CARIBE: ENTRE EL TEMOR Y LA ESPERANZA
Grandes mayorías de nuestros pueblos, padecen condiciones dramáticas en sus vidas.
Así lo hemos comprobado en las diarias tareas pastorales, y lo hemos expresado con
claridad en muchos documentos. Así cuando sus dolores nos apremian, resuena en
nuestros oídos la palabra que dijo Dios a Moisés: «He visto la aflicción de mi pueblo, he
oído sus gritos de dolor. Conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado para
hacerlo subir a la tierra espaciosa y fértil» (Éx 3, 7 -8).
(Santo Domingo, Mensaje 7)
Esas condiciones podrían cuestionar nuestra esperanza. Pero la acción del Espíritu
Santo nos proporciona un motivo vigoroso y sólido para esperar: la fe en Jesucristo,
muerto y resucitado, quien cumple su promesa de estar con nosotros siempre (cf. Mt
28, 20). Esta fe nos lo muestra atento y solícito a toda necesidad humana. Nosotros
buscamos realizar lo que él hizo y enseñó: asumir el dolor de la humanidad y actuar
para que se convierta en camino de redención.
(Santo Domingo, Mensaje 8)
Vana sería nuestra esperanza si no fuera actuante y eficaz. Falaz sería el mensaje de
Jesucristo si permitiera una disociación entre el creer y el actuar. Exhortamos a quienes
sufren a abrir sus corazones al mensaje de Jesús, que tiene el poder de dar un sentido
nuevo a sus vidas y dolores. La fe, unida a la esperanza y a la caridad en el ejercicio de
la actividad apostólica tiene que traducirse en «tierra espaciosa y fértil» para quienes
hoy sufren en Latinoamérica y el Caribe.
(Santo Domingo, Mensaje 9)
La hora presente nos hace evocar el episodio evangélico del paralítico que estaba
desde hacía treinta y ocho años junto a la piscina de la curación pero que no tenía
quien le introdujese en ella. Nuestro quehacer evangelizador quiere actualizar la
palabra de Jesús al hombre inválido «Levántate, toma tu camilla y anda» (cf. Jn 5, 1 -
8).
(Santo Domingo, Mensaje 10)
Deseamos convertir nuestros afanes evangelizadores en acciones concretas que
hagan posible a las personas superar sus problemas y sanar sus dolencias- tomar sus
camillas y caminar- siendo protagonistas de sus propias vidas, a partir del contacto
salvífico con el Señor.
(Santo Domingo, Mensaje 11)
Respuesta:
Perro con antorcha, El libro y la Iglesia