En que momento Miguel páramo se dio cuenta de que estaba muerto? Explica
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Estaba ya acostada cuando oí regresar su caballo hacia la Media Luna. Me extrañó, porque nunca volvía a esas horas. Siempre lo hacía en la madrugada. Iba a hablar con su novia a un pueblo llamado Contla, algo lejos de aquí. Salía tempra¬no y tardaba en volver. Pero esa noche no volvió. Bueno, como te estaba diciendo, esa noche sentí algo raro y fui a abrir la puerta. Pensé que eran cosas mías. Pero era él, Miguel Páramo. No me extrañó verlo, porque hubo un tiempo que se pasa¬ba las noches en mi casa durmiendo conmigo. Hasta que encontró a esa chica.
— ¿Qué pasó? — le dije a Miguel Páramo—. ¿Te dieron calabazas?
— No. Ella me sigue queriendo —me dijo-—. Lo que pasa es que no pude encontrarla. Se me perdió el pueblo. Había mucha niebla o humo o no sé qué; fui más allá, según mis cálculos, y no encontré nada. Vengo a contártelo a ti, porque tú me entiendes. Los demás de Cómala dicen que estoy loco, pero no lo estoy.
— No, loco no, Miguel. Debes de estar muerto. ¿Recuerdas que te dijeron que ese caballo te iba a matar algún día? ¿Lo recuerdas, Miguel? Tal vez te pusiste a hacer locuras, y eso es otra cosa.
— Sólo salté el muro de piedra que últimamente mandó poner mi padre. Hice al caballo saltarlo y sé que lo salté, y después seguí corriendo. Pero, como te dije, no había más que humo y humo y humo.
— Mañana tu padre va a gritar de dolor —le dije—. Y ahora vete y descansa en paz, Miguel.
Y cerré la ventana.
* * *
Pedro Páramo estaba allí, mirando a la gente que enterraba un cuerpo envuelto en trapos viejos.
— ¿Quién es? —preguntó.
Fulgor Sedaño se acercó a él y le dijo:
— Es Miguel, don Páramo.
— ¿Qué le hicieron? — gritó.
Esperaba oír: “lo mataron”, y ya estaba previniendo su furia, pero oyó las pala¬bras suaves de Fulgor Sedaño que le decían:
— Nadie le hizo nada. Él solo encontró la muerte.
— Lo mató el caballo —se apresuró a decir uno.
Lo tendieron en su cama, le colocaron las manos sobre el pecho y taparon su cara con un trapo negro. “Parece más grande de lo que era” dijo en secreto Fulgor Sedaño.
Pedro Páramo se quedó sin expresión ninguna, como ido. Sus pensamientos seguían unos a otros sin conseguir juntarse. Al fin dijo:
— Estoy empezando a pagar. Es mejor empezar temprano para terminar pron¬to.
No sintió dolor.
Explicación:
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