¿En qué consiste la radical discrepancia entre la virtud y el vicio en Sócrates? Ejemplifique desde su cotidianidad
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
La virtud y el vicio dependen del hombre y son voluntarios
Puesto que hablamos de la virtud, será conveniente examinar, visto lo que precede, si puede o no puede adquirirse, o si, como pretendía Sócrates, no depende de nosotros el ser buenos o malos. «Preguntad, decía él, a un hombre, sea el que sea, si quiere ser bueno o malo, y viereis con seguridad que no hay ninguno que prefiera nunca ser vicioso. Haced la misma prueba con el valor, con la cobardía y con todas las demás virtudes, y tendréis siempre el mismo resultado.» Sócrates deducía de aquí, que si hay hombres malos, lo son a pesar suyo, y por consiguiente que los hombres, a su juicio, son virtuosos sin la menor intervención de ellos mismos. Este sistema, diga lo que quiera Sócrates, no es verdadero. Pues de serlo, ¿para qué el legislador prohíbe las malas acciones y ordena las buenas y virtuosas? ¿Por qué impone penas al que comete acciones malas o no cumple con las buenas que le prescribe? Bien insensato sería el legislador que dictara leyes sobre cosas cuyo cumplimiento no depende de nuestra voluntad. Pero no hay nada de eso, porque de los hombres depende ser buenos o malos, y lo prueban las alabanzas y reprensiones de que son objeto las acciones humanas. La alabanza va dirigida a la virtud y la reprensión al vicio; y es claro, que ni la una ni la otra podrían aplicarse a actos involuntarios. Por consiguiente, bajo este punto de vista depende de nosotros hacer el bien o hacer el mal.