¿En qué consiste la plaga del primogénito explícalo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
no había ninguna puerta marcada con la sangre de cordero, mató a los primogénitos egipcios, incluyendo al hijo del faraón. Este fue el golpe más duro a Egipto y la plaga que finalmente convenció al faraón de que debía liberar a los hebreos.
Respuesta:
Sir Lawrence Alma-Tadema
Libro del Éxodo (11:1-12:29-32): “Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del Faraón que se sentaba sobre su trono, hasta el primogénito del cautivo que estaba en la cárcel; y hubo un gran clamor en Egipto porque no había casa donde no hubiese un muerto”
El Dios de Israel envió a los egipcios calamidades cada vez que su faraón se negaba a liberar a los judíos de la esclavitud. Después de nueve terribles plagas, llega la peor, la que nunca se imaginó el Faraón: la muerte de su primogénito, su tesoro, su futuro sucesor. Lawrence Alma-Tadema pintó al faraón de Egipto con el cuerpo de su hijo mayor, ya cadáver, sobre su regazo. La madre se aferra a su hijo con desesperación. Los sirvientes se están lamentando y los bailarines están realizando la danza de la muerte. La iluminación tenebrosa de las velas acentúa el dramatismo de la escena. El Faraón ocupa la figura central, como corresponde a su rango. Aunque su porte es mayestático y se encuentra con todos los atributos de su poder, la presencia del cadáver de su hijo nos muestra, en realidad, toda su fragilidad. Un cadáver cianótico, especialmente en labios y uñas, que porta una cadena de oro con el escarabajo sagrado como amuleto protector (muy poco efectivo a juzgar por los resultados). Al fondo, a la izquierda, en medio de la penumbra, están los líderes israelitas Moisés y Aarón, cuya siniestra presencia viene a recordarle al faraón que se han cumplido sus vaticinios. Saben que de la boca del faraón están a punto de brotar las palabras: “¡Hebreos, podéis abandonar Egipto¡” Pero, a la derecha del faraón, llama la atención la figura de un abatido médico. Se encuentra sentado sobre el suelo, con los ungüentos que constituyen su arsenal terapéutico a sus pies (tan poco efectivos, todo hay que decirlo, como el escarabajo), que muestra su impotencia y desolación ante lo que no comprende. ¿Cómo pudo suceder que de repente, y sin explicación, muriesen los hijos mayores de todas las familias?.