En que consiste la misión dialogica de la Iglesia .
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
114. En este fin del secundo milenio, la Iglesia está llamada a dar testimonio de Cristo crucificado y resucitado «hasta los confines de la tierra» (Hech 1, 8), en amplios mundos culturales y religiosos. El diálogo religioso es connatural a la vocación cristiana. Se inscribe en el dinamismo de la Tradición viviente del misterio de la salvación, cuyo sacramento universal es la Iglesia; es un acto de esta Tradición.
115. Como diálogo de la Iglesia, tiene su fuente su modelo y su fin en la Trinidad Santa. Manifiesta y actualiza la misión del Logos eterno y del Espíritu Santo en la economía de la salvación. Por su Verbo el Padre llama a todos los seres humanos de la nada a la existencia, y es su Aliento el que les da la vida. Por su Hijo, que asume nuestra carne y es ungido por su Espíritu, se dirige a ellos como a sus amigos, «habla con ellos en la tierra» y les revela «todo el camino del conocimiento» (cf. Bar 3, 36-38). Su Espíritu vivificante hace a la Iglesia Cuerpo de Cristo, enviada a las naciones para anunciarles la Buena Nueva de la resurección.
116. El Verbo puede darnos a conocer al Padre porque todo lo ha aprendido de él y ha consentido en aprenderlo todo del hombre. Así debe ocurrir en la Iglesia para aquellos que quieren encontrar a sus hermanos y hermanas de otras religiones y dialogar con ellos. No son los cristianos los que son enviados, sino la Iglesia; no son sus ideas las que presentan, sino a Cristo; no será su retórica la que tocará los corazones, sino el Espíritu Paráclito. Para ser fiel al «sentido de la Iglesia» el diálogo interreligioso pide la humildad de Cristo y la transparencia del Espíritu Santo.
117. La pedagogía divina del diálogo no consiste sólo en palabras, sino también en hechos; las palabras manifiestan la «novedad cristiana», la del amor del Padre, de la que los hechos dan testimonio. Obrando así, la Iglesia se muestra como sacramento del misterio de la salvación. En este sentido el diálogo interreligioso forma parte, según los tiempos y los momentos fijados por el Padre, de la «preparación evangélica». En efecto, el testimonio mutuo es algo inherente al diálogo entre personas de religiones diferentes. El testimonio cristiano, aquí, no es todavía el anuncio del evangelio, pero es ya una parte integrante de la misión de la Iglesia, como irradiación del amor derramado en ella por el Espíritu Santo. Aquellos que, en los diversos modos del diálogo interreligioso, dan testimonio del amor de Cristo Salvador, realizan, en el nivel de la «preparación evangélica», el ardiente deseo del Apóstol: «ser un "liturgo" [ëåéôoõñüv] de Cristo Jesús, ejerciendo el sacerdocio [_åñoõño_vôá] del evangelio de Dios, para que las naciones se conviertan en una ofrenda agradable, santificada en el Espíritu Santo» (Rom 15, 16).
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