En qué consiste la civilizada de un terreno?
Respuestas a la pregunta
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Explicación:
Este estudio comprende un análisis de la información de predios rurales registrados en el catastro con el fin de establecer una metodología pertinente para calcular el valor del terreno, teniendo en cuenta no solo el precio por metro cuadrado como se realiza actualmente, sino incorporando los atributos físicos y de valor potencial del suelo. Se usaron métodos econométricos típicos de panel de datos y se utilizó la metodología de Precios Hedónicos para analizar esta información de corte transversal. El modelo propuesto calcula el precio usando las características físicas, geográficas y/o de entorno del predio, que definen un valor de existencia de la tierra como un recurso de potencial agrícola; reflejando que los mejores suelos presentan áreas promedio menores, pero un avalúo promedio alto. Estos suelos generalmente son de pendiente plana, con suficiente agua y coinciden en ser los más actualizados de la muestra.
1. Tres estudios realizados por miembros del Grupo de Historia de la Práctica Pedagógica en Colombia hacen visible la intensidad y los alcances del dispositivo de desconfianza hacia la población de Bogotá -y, de manera especial hacia la población pobre- constituido por los enunciados de la elite intelectual y las prácticas formativas estatales desde la Colonia. Se trata de un dispositivo que en distintas formas se ha reactualizado hasta nuestros días. Su núcleo central está formulado en el escrito de Martínez et. al. (1994) sobre la escuela en la Santafé colonial: la preocupación por parte de la elite de la época acerca de la policía o civilidad de los pobres. Es una preocupación que ya desde el siglo XVIII estaba articulada al problema de la enseñanza y a una serie de discursos y prácticas que relacionaron la desconfianza hacia la población urbana con la urgencia de instar
2. Con una configuración diferente, este dispositivo de desconfianza hacia la población de Bogotá, que articulaba las nociones de pobreza, ignorancia, inmoralidad y desorden social, operó también en la primera mitad del siglo pasado. De acuerdo con Álvarez (2002), esta desconfianza abarcaba aquellos segmentos de la población que entraban en contacto con actividades urbanas que se veían como peligrosas para la moral pública y la buena educación, tales como la “inmoralidad” sexual, la prostitución, el alcohol, el uso de “drogas heroicas”, el teatro y el cinematógrafo. Ante estas actividades, el Estado desplegó un conjunto de prácticas de caridad, jurídicas, médicas y pedagógicas para proteger a la infancia, a los pobres, y a la ciudadanía en general. El estudio sobre el mismo período de Saldarriaga y Sáenz (2002) en torno a la Escuela Activa en Bogotá señala otros elementos de la vida urbana que se percibían como contrarios a los fines del Estado y que fueron utilizados por el discurso reformista nacional para recomendar la ubicación de las escuelas por fuera de la ciudad. Los reformistas activos nacionales establecieron un contraste claro entre su visión idealizada acerca del carácter saludable de la vida rural, y la malsana e inmoral vida de las grandes ciudades. Mientras que la vida rural sería altamente favorable para la educación del alumno ya