Filosofía, pregunta formulada por saraalejandrasilvaal, hace 1 mes

en que bienes o servicios e inventos se puede complementar la innovación?​

Respuestas a la pregunta

Contestado por lucir2909
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Energía

1. Lámparas con agua y sal

“No solo es un producto, es un movimiento social”. Estas palabras encabezan la web de Salt, un proyecto que trata de abastecer de luz a las más de 7.000 islas de Filipinas, algunas de las cuales tienen muy complicado el acceso a la electricidad. Como sucede en muchos lugares rurales del mundo, las principales fuentes de iluminación nocturna son las peligrosas lámparas de queroseno. Las de Salt funcionan a base de sal y agua. Sus promotores aseguran que con esta fuente de energía pueden dar luz ocho horas al día durante seis meses, que es el tiempo en el que hay que sustituir los consumibles.

2. Energía del sol

Algunos de los lugares que más necesitan energía por la noche son los que más reciben durante el día desde el Sol. El proyecto Little Sun quiere aprovechar esto mediante unas lámparas LED diseñadas por el artista Olafur Eliasson y el ingeniero Frederik Ottesen que se cargan con energía solar durante el día. “No es caridad, sino un negocio social”, explican. En lugar de repartir estas lámparas, esta iniciativa trata de trabajar con comercios locales para distribuirlas. Puede servir tanto de lámpara como para cargar distintos dispositivos con conexión USB.

3. La pelota que da electricidad

La popularidad del fútbol en todo el mundo inspiró a la empresa Uncharted Play a idear una forma de energía que se basa en este deporte. Se trata de una pelota que se carga mientras se juega con ella mediante la energía cinética. Media hora de uso permite aportar electricidad para una lámpara LED durante tres horas. El principal reto fue, según cuentan sus responsables, fabricar un balón lo suficientemente suave para patearlo, que a la vez no se rompiera y pudiera acumular energía. Su principal problema para países en desarrollo es su precio, de casi 90 euros, que hace casi imprescindibles las donaciones para que quienes la necesitan puedan adquirirla.

4. Luz para el Malí rural

Este proyecto italiano con fondos de la Universidad de Barcelona está especialmente pensado para las comunidades rurales de Malí que no cuentan con luz nocturna. El arquitecto italiano Matteo Ferroni estudió durante tres años el entorno para idear una solución que pudiera fabricarse sobre el terreno con los costes mínimos. Así nació Foroba Yelen o Luz Colectiva, una lámpara callejera transportable que se carga con energía solar e ilumina con tecnología LED. Un día de sol puede cargar una batería con un pequeño panel solar con energía suficiente para siete horas de luz. Los próximos 16 y 17 de octubre se presentará en el Teatre Antic de Barcelona.

Agua y saneamiento

Agua del aire

El agua está (también) en el aire. Warkawater es una estructura de bambú y plástico biodegradable que sirve para recolectar el líquido que está en el ambiente en forma de niebla, rocío o lluvia. Un entramado que forma una red atrapa las gotas y las va depositado en un depósito para conseguir hasta 99 litros de agua diarios.

Potabilizar por muy poco

En muchos de los lugares que no tienen agua potable sí que cuentan con ella sucia y no apta para el consumo humano. Para ellos, el H2prO, el invento de una joven que quedó finalista en los Google Science Fair del año pasado, puede ser una solución. Se trata de un dispositivo con un filtro de titanio que separa los compuestos perjudiciales para dejar agua pura. Se comercializan por algo menos de 10 euros.

SALUD

Incubadoras de bajo coste

Millones de bebés prematuros mueren en sus primeros días de vida por hipotermia. Para tratar de evitarlo han surgido varios proyectos de incubadoras de bajo coste. La Embrace, diseñada por estudiantes de la Universidad de Stanford (EE UU) es portátil, no necesita electricidad para funcionar y es barata. Cuesta 25 dólares frente a los entre 6.000 y 60.000 de una normal. Mantiene una temperatura constante de 37 grados durante seis horas gracias a unas pastillas de cera que pueden calentarse en la estufa. Algo más cara (alrededor de 300 dólares) y sofisticada, una inventada por un estudiante español puede hacer muchas de las funciones de las incubadoras más avanzadas.

Detectar enfermedades infecciosas jugando

Primero fue la malaria y después la tuberculosis. Miguel Luengo, investigador del Grupo de Tecnología de Imágenes Biomédicas de la Universidad Politécnica de Madrid y emprendedor social Ashoka, buscó una solución para uno de los problemas más grandes para controlar enfermedades como la malaria y la tuberculosis: la falta de medios para su diagnóstico. Mediante una conexión inalámbrica a un microscopio, las muestras de los posibles enfermos son enviadas a sendas aplicaciones móviles (Tuberspot y Malariaspot). Una vez allí, forman parte de un juego mediante el cual los usuarios tienen que detectar los microorganismos que causan las dolencias. Suena poco riguroso, pero la inteligencia colectiva, es decir, los aciertos de muchos usuarios a la vez, tiene tasas de error equivalentes a las de los profesionales.

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