¿En qué área se ubica el conocimiento ancestral?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El mundo, nuestro mundo e incluso hasta el universo en el que consideramos estar, ha tratado de ser explicado por las diferentes ciencias, la filosofía y la religión. La postura eurocéntrica, hegemónica en la modernidad y fundada en la racionalidad científico-técnica a partir de la filosofía cartesiana, ha dejado como legado la visión de escisión entre el sujeto y el objeto de estudio. Esta dualidad y división fundan nuestra cultura occidental, en la que el ser humano se ha retirado de su función cosmológica y, por lo tanto, el pensar ha sido utilizado por la ciencia y la técnica de manera mecánica, relegando nuestro ser racional orgánico[1] y nuestro ser espiritual a un vínculo casi exclusivo con la religión. Es decir, a pesar de que cada rama científica y filosófica para la explicación de una realidad universal ha utilizado diferentes métodos y técnicas a través del estudio de los fenómenos naturales y sociales, todos estos tienen en común que lo han hecho como observador.
La visión cartesiana también ha alimentado la división disciplinar que establece una fragmentación del conocimiento en ciencias naturales y ciencias sociales. Divisiones que han sido puestas en duda desde el pensamiento contemporáneo, con algunas de las corrientes que fundamentan el pensamiento complejo a partir de Edgar Morin,[2] la epistemología ambiental propuesta por Enrique Leff,[3] las epistemologías del sur propuestas por Boaventura de Sousa Santos[4] y la filosofía intercultural expresada, por ejemplo, a través de Raúl Fornet Betancour[5] y Josef Estermann.[6]
Morin plantea que hay una nueva ignorancia ligada al desarrollo mismo de la ciencia. Ya que hemos adquirido conocimientos sin precedentes sobre el mundo físico, biológico, psicológico, sociológico donde los métodos de verificación empírica y lógica empleados por las luces de la razón han relegado los mitos a los bajos fondos del espíritu. “Sin embargo, el error, la ignorancia, la ceguera, progresan, por todas partes, al mismo tiempo que nuestros conocimientos”.[7] Resulta interesante la reflexión que hace Morin sobre el poco conocimiento que tenemos de nosotros mismos. Esto quiere decir que, como observadores, hemos avanzado en nuestros conocimientos y perfeccionado las técnicas para ello, mientras que hemos relegado el tiempo dedicado al conocimiento sobre uno mismo, sobre nuestro ser, y, por ende, hemos relegado nuestra parte en la relación con el todo. “Lo desconocido no es solamente el mundo exterior, es, sobre todo, nosotros mismos. Así es que vemos cómo el conocimiento supone la separación entre el conocedor y lo conocido, y supone la separación interna con nosotros mismos”.[8] De este modo, si validamos un conocimiento siempre externo a uno, esto nos plantea una limitación a la hora de vernos a nosotros mismos como parte de un todo indivisible.
En el mismo sentido, la epistemología ambiental propuesta por Enrique Leff se abre desde la diferencia indisoluble entre lo real y lo simbólico hacia procesos en los que el conocimiento se hace cuerpo y tierra al arraigarse en un territorio e incorporarse en el ser.[9] Este saber asume la complejidad ambiental, que implica una nueva comprensión del mundo incorporando conocimientos y saberes arraigados en cosmologías, mitologías, ideologías, teorías y saberes prácticos que se encuentran en los cimientos de la civilización moderna, en la sangre de cada cultura, en el rostro de cada persona.[10]
A través de una epistemología del sur, De Sousa Santos confronta la monocultura de la ciencia moderna con la ecología de saberes. Se trata de un pensamiento ecológico porque está basado en el reconocimiento de la pluralidad de conocimientos heterogéneos que no implica desacreditar el conocimiento científico, sino que simplemente implica su uso contrahegemónico. La ecología de saberes se fundamenta en la idea de que el conocimiento es interconocimiento, una de cuyas premisas básicas es que todos los conocimientos tienen límites internos y externos.[11]
Explicación:
El conocimiento ancestral se ubica en el área de la naturaleza y las tradiciones de las comunidades étnicas, las cuales reflejan respuestas con cada una de las manifestaciones y simbología que se presentan en la naturaleza.
Conocimiento ancestral
El conocimiento ancestral es parte de la identidad propia de una comunidad, en la que se conjugan elementos como prácticas y rituales que se identifican con las creencias de las distintas culturas originarias.
Estos conocimientos han sido transmitido de generación en generación con la finalidad de mantener viva la identidad de cada región, fortaleciendo cada etnia en la distinción ante otras culturas.
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