En la concepción oficial, la salud es apreciada como un estado de bienestar basado en el equilibrio de nuestro cuerpo y nuestra mente con el medio ambiente que nos rodea (CEDISA, 1992:15). Estar sano, supone un estado del organismo en equilibrio con su entorno. Para estar sano, tanto el hombre como la naturaleza deben estar sanos. La salud de uno es condición de la salud del otro. En sentido inverso, si uno de ellos está enfermo o no goza de salud, este equilibrio se debilita y eventualmente se destruye provocando la enfermedad del conjunto. Esta concepción de salud obliga al hombre a ser respetuoso con los equilibrios de la naturaleza. La práctica predominante, sin embargo, olvida a menudo esta relación de equivalencia entre humanos y naturaleza que subyace en la definición de salud para enfatizar sólo la humana. El hombre moderno ha convertido a la naturaleza en recursos, en un medio desencantado sobre el cual ejerce dominio, estableciendo con ella una relación de explotación que ha llevado al planeta al borde del colapso ecológico. De este modo, y mientras la relación de dominio de la naturaleza continúe, la salud tendrá escasa vinculación con un sentirse bien comunitario que englobe a todo lo existente, sino con una pasión impulsiva destinada a combatir todo aquello que se oponga al bienestar del individuo aún si ello implica el desequilibrio de la vida ajena. La aplicación de biocidas: fungicidas, pesticidas, insecticidas, bactericidas, etc., no es sino la agricultura comercial es una de las expresiones de esta situación. Allí la vida sobrevive y la salud del fruto que brinda la tierra es un espejismo construido por la técnica. Cuando ocurre un desequilibrio que provoca que algún miembro de la pacha, brote en su forma de enfermedad, la comunidad reacciona, en primer lugar preguntándose qué es lo que la comunidad humana ha hecho o no ha hecho, que ha provocado la desarmonía que ha molestado al papacuru y estimulado su reproducción en forma desmedida. Esta pregunta -que para algunas familias apareció ya en los sueños- se hace vía la mediación de miembros del Pacha que ofician de conversadores para conocer qué ha pasado en el conjunto del ayllu que ha provocado tal situación. Estos miembros del ayllu usualmente son los curanderos o sacerdotes andinos, la coca, los cerros sagrados; quienes en una asamblea o ceremonia ritual preguntan al conjunto de deidades del panteón de la comunidad para conocer los orígenes de tal desorden y por este camino reordenar el pacha o restaurar el tejido maltrecho. En estas ceremonias para “leer” los orígenes de la desarmonía, pueden participar en la mesa ceremonial: semillas o también cuyes, o huevos. Según Magdalena Machaca, el origen de las enfermedades se halla en: El olvido y ruptura de las relaciones “simbióticas”. Los engreimientos, falta de respeto, agresión a uno de los integrantes del Pacha, mezquindades, sobreproducción, desprecio a semillas y comidas, malos tratos a las semillas, animales, niños, visitantes, vecinos, etc. son los orígenes del brote agresivo de la enfermedad. En la sanación existe todo un conocimiento sobre plantas medicinales (hampicoras), animales, minerales, etc., que son de conocimiento comunal. Sin embargo, en ciertos casos su aplicación requiere de la mano de curanderos o curanderas (hampiyoc) para reestablecer adecuadamente la armonía del cuerpo o la chacra. La sabiduría sobre plantas frías y calientes, momentos especiales para recogerlas, el pedido a los Apus o Achachilas respectivos para recolectarlas, y el saber relacionado a los espíritus de las plantas, se halla muy difundido en los Andes y en la Amazonía.
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dasky66:
gracias :3
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