Religión, pregunta formulada por kimestefania00, hace 11 meses


En la calle de librerías, ya cerca de la cuesta de Luján, en una rinconada, había hace años un

taller de platero, con su tienda establecida en el portal de la casa, un estrechísimo escaparate,

en el que se exhibían unos cuantos rosarios, anillos, medallas y cruces, una muestra mezquina y

medio borrada con este letrero: "Taller de Salvador", y en el extremo de la muestra, a modo de

enseña, una romana de cartón. Salvador, el dueño de este taller de platería, era un hombre rico,

soltero, que había vivido durante muchos años con una hermana, hasta la muerte de esta. En la

época de mi relato, don Andrés, así se llamaba el platero, era un hombre de unos sesenta años,

pequeño, afeitado, con el pelo blanco, las mejillas sonrosadas, los ojos claros y la boca

sonriente. Parecía una medalla de plata.

Con su cara dulce, de beato, don Andrés era en el fondo un egoísta; de poca inteligencia y poco

corazón, la vida le acobardaba; se le figuraba que las cosas marchaban demasiado de prisa y

era, por tanto, enemigo de todo lo nuevo. Un cambio cualquiera, aunque fuese beneficioso, le

molestaba profundamente.

─Hasta ahora hemos vivido así ─solía decir─, y no veo la necesidad de que varíe.

En su oficio, don Andrés Salvador era igualmente rutinario; no tenía más que alguna habilidad

para trabajos de paciencia.
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¿A partir de la expresión “¿Hasta ahora hemos vivido así─ solía decir─ y no veo la necesidad

de que varíe”, se puede deducir que el protagonista vive con otra(s) persona(s)? ¿Imagina quién

o quiénes son? Luego, descríbelos y comenta cómo crees que es su relación con don Andrés

Salvador ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por nainacevedo08
2

vivimos en un mundo de locos

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