En la antiguedad como las personas se convertian en quimicos practicos
Respuestas a la pregunta
Respuesta
comienzos del siglo XVIII, Augusto el Fuerte, elector de Sajonia y rey de Polonia, encerró a Johann Friedrich Böttger en su laboratorio ordenándole que fabricara oro. El joven alquimista fracasó en la empresa, pero contribuyó a la creación de una sustancia más bella y útil: la porcelana. Y como en los cuentos que tienen final feliz, el rey quedó muy satisfecho. En efecto, el mundo estaba dejando de ser feudal para entrar en la sociedad de consumo y era sumamente costoso importar esa preciosa mercadería de China, país más avanzado técnicamente, para alimentar la creciente apetencia de lujo y belleza que se daba en Europa. La nueva porcelana de Meissen pronto se arrancó de las manos, el dinero empezó a llenar las arcas reales y el monarca, en señal de agradecimiento, elevó a Böttger del rango de simple preparador de farmacia al de barón.
por Michal Meyer
Otra anécdota, mucho menos elegante. Estamos en Hamburgo en 1669: Hennig Brandt cree haber descubierto por fin la tan mentada piedra filosofal, capaz de transformar el plomo en oro y de revelar los secretos del cosmos. Brandt, un ex soldado conocedor de la fabricación del vidrio, había puesto a hervir orina y había calentado sus residuos hasta que en su retorta aparecieron vapores luminosos. Había descubierto el fósforo blanco, cuyas partículas se ponen incandescentes al entrar en contacto con el oxígeno. Brandt vendió luego su secreto y, años más tarde, el fósforo era suficientemente conocido como para que Isaac Newton, que practicaba la alquimia en secreto, redactase una receta de su fabricación que empezaba así: “Procúrese un barril de orina”, ingrediente un tanto difícil de obtener en tales cantidades, como cabe suponer. Pasando de la orina al arte, otra transformación: a fines del siglo XVIII la iluminación de Brandt es inmortalizada en un cuadro de Joseph Wright de Derby, y más tarde en un grabado de William Pether ejecutado en 1775 con el título “El descubrimiento del fósforo”, donde se ve al alquimista extasiado ante su fulgurante maravilla. Muchos años más tarde, en 1943, otra nueva transformación: la ciudad natal de Brandt será pasto de las llamas, azotada por una lluvia de centenares de kilos de fósforo arrojados por las bombas de una serie de ataques aéreos.