Castellano, pregunta formulada por meliscarpa0809owwd9w, hace 1 año

en el cuento a la deriva en que momento abandona la tercera Persona para inmiscuirse directamente en los pensamiento del personaje ¿que función cumple este fragmentos en la resolución de la historia ?


chimihiro: hola
chimihiro: ヾ(•ω•`)o
meliscarpa0809owwd9w: chimihiro me podrías ayudar ???
chimihiro: en que
meliscarpa0809owwd9w: en mi que dice ahi
chimihiro: lla lo hise
chimihiro: espero que te allude

Respuestas a la pregunta

Contestado por josuemamani485
6

Respuesta:

EN EL MOMENTO DE QUE LEE

Explicación:

¡Dorotea!--alcanzó a lanzar en un estertor.--¡Dame caña!

Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres

tragos. Pero no había sentido gusto alguno.

--¡Te pedí caña, no agua!--rugió de nuevo.--¡Dame caña!

--¡Pero es caña, Paulino!--protestó la mujer espantada.

--¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!

La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó

uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta.

--Bueno; esto se pone feo--murmuró entonces, mirando su pie lívido y

ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la

carne desbordaba como una monstruosa morcilla.

Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos, y

llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el

aliento parecía caldear más, aumentaba a la par. Cuando pretendió

incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo medio minuto con la

frente apoyada en la rueda de palo.

Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a

su canoa. Sentóse en la popa y comenzó a palear hasta el centro del

Paraná. Allí la corriente del río, que en las inmediaciones del Iguazú

corre seis millas, lo llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú.

El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el

medio del río; pero allí sus manos dormidas dejaron caer la pala en la

canoa, y tras un nuevo vómito--de sangre esta vez--dirigió una mirada

al sol que ya trasponía el monte.

La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un bloque deforme y

durísimo que reventaba la ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el

pantalón con su cuchillo: el bajo vientre desbordó hinchado, con

grandes manchas lívidas y terriblemente dolorido. El hombre pensó que

no podría jamás llegar él solo a Tacurú-Pucú, y se decidió a pedir

ayuda a su compadre Alves, aunque hacía mucho tiempo que estaban

disgustados.

La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y

el hombre pudo fácilmente atracar. Se arrastró por la picada en cuesta

arriba, pero a los veinte metros, exhausto, quedó tendido de pecho.

--¡Alves!--gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano.

--¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor!--clamó de nuevo, alzando

la cabeza del suelo.--En el silencio de la selva no se oyó un sólo

rumor. El hombre tuvo aún valor para llegar hasta su canoa, y la

corriente, cogiéndola de nuevo, la llevó velozmente a la deriva.

El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas paredes,

altas de cien metros, encajonan fúnebremente el río. Desde las orillas

bordeadas de negros bloques de basalto, asciende el bosque, negro

también. Adelante, a los costados, detrás, la eterna muralla lúgubre,

en cuyo fondo el río arremolinado se precipita en incesantes

borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo, y reina en él un

silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su belleza sombría y

calma cobra una majestad única.

El sol había caído ya cuando el hombre, semi-tendido en el fondo de la

canoa, tuvo un violento escalofrío. Y de pronto, con asombro, enderezó

pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la

sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración.

El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y

aunque no tenía fuerzas para mover la mano, contaba con la caída del

rocio para reponerse del todo. Calculó que antes de tres horas estaría

en Tacurú-Pucú.

El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No

sentía ya nada ni en la pierna ni en el vientre. ¿Viviría aún su

compadre Gaona en Tacurú-Pucú? Acaso viera también a su ex-patrón

míster Dougald, y al recibidor del obraje.


josuemamani485: DAME MEJOR REPUESTA
meliscarpa0809owwd9w: si pero no me diste bien lo que yo necesito
meliscarpa0809owwd9w: en la parte del final
ianaraplastina: ¿¿¿Y que función cumple este fragmento en la Resolución de la historia???
Contestado por chimihiro
23

 

Este cuento de Horacio Quiroga puede clasificarse como realista.  La acción se desarrolla en un ámbito en el que la naturaleza enfrenta al hombre y lo lleva a situaciones extremas. El título del relato es muy significativo: el personaje queda “a la deriva” en su canoa, que lo conduce al lugar en que tal vez podría ser atendido y curado. Pero también está “a la deriva” en la vida ya que, en un ambiente tan hostil, su existencia es insignificante y está sometida a toda clase de imprevistos: no puede cuidar la integridad de su cuerpo, ni prevenir la enfermedad, ni hacer nada para defenderse de las fuerzas en este caso destructivas de la naturaleza.

 

 

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