¿En el acondicionamiento general como especifico es recomendable que ? *
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Los programas de acondicionamiento deportivo sugieren la inclusión de entrenamientos de tipo aeróbico o de resistencia para preparar el metabolismo del atleta con una “base aeróbica”. En este contexto, el entrenamiento aeróbico se prescribe para los períodos de transición o en la fase temprana de la pretemporada para mejorar el funcionamiento del sistema oxidativo.
El sistema oxidativo es responsable de la recuperación entre y después de la realización de series de ejercicio intenso restaurando los sustratos energéticos depletados durante la actividad tales como el ATP, la PC y las reservas celulares de oxígeno (15). Si bien se acuerda que el sistema aeróbico desempeña un importante rol en la recuperación, no hay acuerdo respecto de que la inclusión de entrenamientos de tipo aeróbico en un programa de entrenamiento mejorará el rendimiento de los atletas involucrados en deportes predominantemente anaeróbicos. Una mirada a las adaptaciones al entrenamiento debería sugerir que no es necesaria la utilización de entrenamientos de tipo aeróbico para este propósito y que además puede limitar las mejoras en el rendimiento.
El diseño de cualquier programa de acondicionamiento debe basarse en el análisis de las principales fuentes energéticas del deporte en particular (2). Debido a los componentes de velocidad y potencia necesarios para el rendimiento competitivo, la mayoría de los deportes de equipo son considerados anaeróbicos por naturaleza (ver Figura 1).
Figura 1. Predominancia de los sistemas energéticos para algunos deportes seleccionados (13).
La revisión de los principales sistemas energéticos indicará que el sistema anaeróbico es el responsable principal de las actividades que duran entre 1 segundo y 1 ½ minutos. Este sistema se compone del sistema del ATP-PC y de la glucólisis (LA-O2). A medida que se incrementa la duración de la actividad, el sistema aeróbico se vuelve progresivamente más responsable del suministro de energía (ver Figura 2). Recuerde, todos estos sistemas funcionan al mismo tiempo. La intensidad, y hasta cierto punto la duración, determina en que proporción se utiliza cada sistema (6).
Figura 2. Sistemas Energéticos: Utilización de acuerdo a la duración de la actividad (25)
Con frecuencia se sugiere que la mejora de la resistencia aeróbica les permitirá a los atletas cubrir las demandas energéticas necesarias en las últimas etapas de la competición. Sin embargo, pocos deportes se desarrollan sin pausas de principio a fin. Este tipo de actividades tienen interrupciones causadas por balones que se van fuera de los límites del terreno de juego, por las faltas, los tiempos fuera y por el fin de los cuartos (o mitades, etc.).
Uno también debe considerar el nivel de actividad individual del atleta. Debido a que las demandas competitivas de los deportes anaeróbicos, un atleta no puede esperar mantener la misma intensidad metabólica durante todo el juego. Por lo tanto, la duración del juego no es una manera apropiada de evaluar las necesidades energéticas.
Asimismo, se ha reportado que hay poca relación entre la resistencia aeróbica y el rendimiento anaeróbico (25). En un reciente estudio en donde se evaluó la relación entre la potencia aeróbica y diversos índices del rendimiento anaeróbico, Koziris et al (23) hallaron una baja correlación entre estos dos parámetros. Su conclusión fue que debido a que esta relación es tan pobre, no es necesario mejorar específicamente el sistema aeróbico para incrementar el rendimiento.
El principio de especificidad establece que el modo de actividad utilizada durante los entrenamientos influenciará las adaptaciones que se produzcan en los sistemas metabólico y neuromuscular. Las actividades aeróbicas lentas y continuas por naturaleza tienden a reclutar principalmente las fibras de contracción lenta y las fibras rápidas oxidativas/glucóliticas (FOG). Las subsiguientes adaptaciones periféricas que uno puede observar con el entrenamiento aeróbico prolongado ocurrirán principalmente en estas fibras musculares (31), esto es, el incremento en las reservas de ATP, PC y glucógeno, y un incremento en la actividad de las enzimas oxidativas (1, 3, 19, 21, 22). También hay un incremento en el tamaño y en el número de mitocondrias musculares activas lo cual puede ser responsable del efecto “ahorrador de glucógeno” asociado con el entrenamiento aeróbico (18).