en colombia cuales grupos minoritarios han sido discriminados y vulnerados históricamente y por que no ha habido un reconocimiento ?
Respuestas a la pregunta
Una primera mirada, de índole netamente cuantitativa, sobre la situación actual de los grupos indígenas en Colombia puede lograrse acudiendo a la sistematización efectuada por el antropólogo Gerardo Reichel-Dolmatoff en 1.966. En ella, las 81 etnias existentes en nuestro país, organizadas en más de 450 comunidades, se catalogaron en las siguientes áreas geográficas:
1. La Guajira (caso de los Wayúu);
2. La Sierra Nevada de Santa Marta (caso de los Kogi, Ijca, Samka, Arhuacos, Kaggaba y Wiwa) y el Bajo Magdalena (caso de los Chimila);
3. La Costa Pacífica y el Occidente Andino (caso de los Noanamá, Emberá y Waunana, entre otros)
4. El Sur Andino (caso de los Paez, Guambianos, Cuaiquer, Kamsá e Inga, entre otros)
5. Las Selvas del Sur (caso de los Tukano, Desana, Kubeo, Tatú-tapuyo, Tayuka, Makuna, Siona, Macaguaje, Yukuna, Tikuna, Huitoto, Ingano, Kofanes y Nukak, entre otros)
6. Los Llanos Orientales (caso de los Guahibo, Yaruro, Sáliva, Achagua, Piapoco y Tinigua, entre otros)
7. El Oriente (Serranías del Perijá, Catatumbo, Cocuy y Chita).
Estos grupos, a su vez, hablan igual número de lenguas, pertenecientes a 9 familias lingüísticas: Chibcha, Arawak, Caribe, Huitoto, Quechua, Guahibo, Sáliva, Tinigua, y Tukano-Makú. Entre ellos se pueden ver ejemplos exitosos de distintos tipos de adaptación al medio ambiente: desértica, andina, y de selva tropical, con las múltiples variaciones socioculturales que ello implica. No existen cifras exactas respecto del total de su población, por varios problemas técnicos al efectuar los censos, incluyendo su movilidad territorial y la llamada "movilidad étnica", esto es, la posibilidad de que exista un amplio margen de variaciones individuales y culturales en cuanto a la definición de un individuo como "indígena". No obstante, las cifras oscilan entre 400.000 y 600.000 individuos en total, esto es, menos del 2% de la población del país. De entre ellos, los Páez, Wayúu, Embera e indígenas nariñenses dan cuenta de más del 50% del total; el resto son individuos adscritos a 77 grupos diferentes.
a dinámica histórica de las comunidades indígenas ha estado condicionada en gran parte por las acciones del Estado. Es necesario comprender la forma como éste manifestó –y manifiesta- su poder respecto de los pueblos autóctonos; ello refiere inmediatamente a la retórica jurídica. En efecto, si hubo un imperio basado íntegramente en el Derecho, al menos de puertas para afuera, ése fue el imperio español. Desde el momento en que se recibieron las primeras noticias del nuevo continente, la Corona se esforzó por legitimar, ante la divinidad y ante la ley, la dominación que de hecho ejercía sobre los territorios de Ultramar. En gran parte, la historia de la Colonia se trazó a partir de una sucesión interminable de Reales Cédulas, Ordenes, Capitulaciones, Acuerdos, de regulaciones y decisiones de las instancias burocráticas imperiales en América, así como de profundos debates teóricos en los centros intelectuales de mayor importancia de la época, con la trascendencia y sofisticación conceptual del debate de Las Casas y Sepúlveda en 1550, o de los escritos de Francisco de Vitoria, que dieron nacimiento al Derecho Internacional Público.
En la era global es difícil comprender el impacto que pudo tener para los europeos del siglo XV el hecho de encontrarse, literalmente, con un Nuevo Mundo, poblado de seres humanos con costumbres desconocidas y cubierto por una naturaleza exorbitante: la irrupción de lo ajeno, del Otro, de una alteridad inesperada que exigía ser comprendida, categorizada, incorporada al sistema de pensamiento occidental. Para los españoles, reinos cristianísimos que acababan de salir de las guerras de Reconquista de su territorio contra los Moros, y que a través del sistema de la Inquisición ya habían emprendido y llevado a su culminación una de las campañas más cruentas y masivas de la historia contra los judíos, América tuvo una especial significación: era el premio divino a su celo religioso, y una empresa aún más digna de él que las recientes Cruzadas de Oriente.
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