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Respuestas a la pregunta
juicio estético, postura de Immanuel Kant, postura de David Hume, y resolución de con cuál posiblemente te podrías identificar
Para Immanuel Kant, la experiencia estética no correspondía a un mayor análisis más que el placer, y lo que se extrae del mismo; es decir, si existe una ventana que provee belleza, será sólo eso, será belleza. Como método de juzgar a primera vista, Kant procede a considerar que la percepción del hombre, cómo ser pensante, ser racional vaya, dependerá no del objeto, sino de la sensación innata a la condición de hombre.
por lo que en síntesis, depende, de el pensamiento el hombre. Posicionando una postura algo larga, kant, considera las propiedades de lo bello y lo sublime, tomando a lo bello cómo principio de percepción de amor, y convencimiento, antítesis, lo sublime corresponde, entonces, a los sentimientos de respeto, exaltación, conmoción y sorprendente, partiendo, siempre, desde las virtudes del placer moderado.
David Hume, en contraste considera que la percepción y la óptica no deben ser circunstancias que nos hagan pensar, cuestionar o considerar, en lo absoluto, que es, y que no es, estético; es decir, no se valora lo subjetivo sino meramente estética a través del placer y las suposiciones congénitas al hombre cómo ser pensante, cómo ser racional, sino más bien, cómo un punto sustentado en el valor de la obra en si, es decir, dentro de sus sugerencias, un plano subjetivo y procede a considerar un plano objetivo.
Las consideraciones de ambos pensadores, si bien, convergen en ciertos puntos, se mantienen en constante contraposición una del otro; mientras kant aportaba su punto de vista desde una circunstancia empírica, envuelto en el propio estudio no del objeto, sino de la reacción del hombre frente al objeto, aportando más al concepto de lo subjetivo, Hume lo explica desde una posición clasista, en un intento por esclarecer las reglas, a base de, no sólo la experiencia estética en sí, sino que parte desde la impresión para establecer las consideraciones de qué es, verdaderamente bello, y qué no lo es.
Siendo totalmente sincero, me encuentro a favor de ambos pensadores; por una parte, la propia experiencia estética debe ser eso, una experiencia que provea al cuerpo de placer, saciándolo de lo bello y lo sublime, sin embargo, debe existir una diferenciación inherente a esta construcción, debido a que, si todo es llamado bello, o sublime, entonces pierden su propio significado. Los propios conceptos planteados se dan para debatir, sin embargo, es pusilánime considerar que la igualdad es una regla universal vigente.