Castellano, pregunta formulada por keylalexa09, hace 16 horas

elementos fantasticos del cuento lluvia de peces en julio​

Respuestas a la pregunta

Contestado por danielayepezdj
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Respuesta:

¿Cómo se explica el fenómeno de la lluvia de peces?

La "lluvia de peces" un extraño fenómeno meteorológico que se produce cuando un pequeño tornado pasa por encima de un lago o un río, aspira los peces que se encuentran en las aguas y los transporta hacia una nube tormentosa, que finalmente los termina descargando

Explicación:

Contestado por vale15932
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Respuesta:                                                                                                          Lluvia de peces en julio.

parajes del trópico­ del 3 al 5 de julio de cada año hay una lluvia de peces de agua dulce. Recuerdo

el maravilloso fenómeno en charla con mi hermano, quien me lo ha descrito con palabras de colores

marinos. Este relato lo ofrezco bajo el patrocinio del santo arcángel que, con hígado de pez, curó la

ceguera de Tobías.

El suceso ­increíble para quienes no lo han presenciado­ acaece en una llanura en que los guayabos

florecen. Caen los peces en un área de doscientos metros cuadrados. Al norte, a los dos kilómetros,

está la ciudad de Yoro; al sur un montículo cubierto con el pinar; al oriente, se yerguen las

montañas vírgenes; y al poniente, que es hacia donde corren las aguas ­ lluvias, y como a unos cien

metros; hay un lagunato de veinticinco metros de extensión, que solo lleva agua en invierno, y tiene

escape en el arroyo que se forma con el agua desbordada de aquél y la que cae en la lluvia de peces.

El día que el fenómeno se efectúa, los habitantes de la ciudad lo conocen muy bien por los grandes

nubarrones negros que se forman en la cresta de la montaña de La Flor, los cuales van descendiendo

poco a poco hasta cubrir toda la planicie e inmediatamente se desata una tormenta furiosa que dura

pocos instantes. Cuando esto pasa, todo queda despejado, el sol impone su esplendor y entonces

puede admirarse en la sabana a miles de peces vivos, que brincan y se empeñan en seguir los hilos

de agua de la tormenta, escabulléndose entre los hierbales.

Y ocurre algo sorprendente, que da color y estrépito a la escena: todas las aves que se nutren de

peces acuden como si se hubieran dado cita puntual; numerosas bandadas de clarineros y de sanates

llegan en algarabía bárbara; garzas morenas, blancas y rosadas forman remolinos, atropellándose; y

los alcatraces, los ajoquines hambrientos, sacan su tripa de mal de año, y hasta los pichiches

inquietos baten sus alas encendidas, como mariposas… Y comen todos, que es un contento y

metiendo ruido. saciándose mientras los muchachos, después de presenciar en éxtasis el espectáculo

fascinador, se apresuran a recoger los peces de gran calado, los de la carne apetecida, uniendo su

bullanguería a la de los pájaros fiesteros.

-Sublime instante -dice Bernardo- en que pájaros y muchachos conviven como si fueran amigotes,

siendo partícipes de una ganancia caída de los cielos. Algunos peces logran escabullirse, ganando su

salvación en el arroyo improvisado.

En el relato desfilan con sus ojazos de agua dulce las sardinas, las mojarras, los guapotes blancos,

los sábalos y las olominas. Aparecen también las famosas sardinas papelillas y las guavinas que

tienen astucia singular para burlarse de sus perseguidores, pues se entierran en la arena cuando

se ven acosadas y así logran despistar.

-Y una vez cayó en la trifulca un tiburón jovencito. Hay que creerlo. porque

yo tampoco creía en lo de la lluvia de peces -añade mi hermano.

Después de la pesca extraordinaria es el alboroto en las cocinas y la discusión de los sabios que -

acercando las sillas- logran explicar el fenómeno piscatorio. Y devanándose los sesos, todo lo

atribuyen a corrientes subterráneas que, al crecer las aguas-lluvias, salen a la superficie arrojando

sus peces; pero no sucede lo mismo cuando las lluvias son más intensas. - ¡Una tromba marina!

­advierte otro sabio, mesándose la barba. Una tromba que, al disolverse, lanza los peces...

­Pero, ¿cómo explicar la extraña coincidencia de que, en cierta época del año, y en el mismo paraje,

se disuelve esa tromba, arrojando peces de agua dulce y no de mar?

Otro sabio, abriéndole el pecho a una sardina:

­Tal vez hay un río, laguna o manantial próximo al sitio maravilloso, y que, al desbordarse, los arroja

hacia allí.

­No hay río ni manantial a más de media legua del paraje, mi querido señor ­responde Toño Romero.

El lagunato que se halla al oriente, solo en la época de las lluvias tiene agua, y por eso no puede

tener peces. Además, encontrándose hacia el lado en que se corren las aguas del lagunato en que

caen los peces, es difícil que los arroje vivos y mucho menos hacia arriba, cuando para el agua se

atiene a las aguas que llueven sobre el célebre sitio.

¿Serán peces excursionistas, peces trepadores de montañas que, con un itinerario siempre estricto,

llevan guías para mayor seguridad? No podemos pronunciar la última palabra sobre este fenómeno.

Conformémonos con admirar el prodigio y echar en las sartenes el regalo que en julio hacen los

cielos al valle de Yoro, que debería ser pintado en los mapas, solo por esto, con un alborozo de

peces. Así en las viejas cartas los monstruos detienen con chorros de agua el paso de las carabelas

que en su pánico encienden las farolas y antes que un hacha el timonel pide las albricias.

Explicación:

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