Elegimos una pintura o una escultura e inventamos la historia que se esconde detrás. (15 lineas)
Respuestas a la pregunta
Elegimos una pintura o una escultura e inventamos la historia que se esconde detrás.
El niño tenía once años. El niño era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero el niño le
daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, ganaba mucho dinero y estaba todo el día en
sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto".
Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:
– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?
– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, dos mil pesetas. ¿Por qué?
– Quería saberlo.
– Bueno, duerme.
Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía
mil quinientas pesetas. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:
- Papá, dame quinientas pesetas que me hacen falta para una cosa muy importante...
– ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme.
– No, papá, espera. Mira. Tengo dos mil pesetas. Tómalas. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de
estar contigo. De hablar contigo. A veces me siento muy solo. Y tengo envidia de otros chicos que
hablan con su padre...
El padre le abrazó.
↓“Dios de perfil y ochenta minifábulas más”, Fermín de Mieza↓
↓ElAstrounata17↓
Elegimos una pintura o una escultura e inventamos la historia que se esconde detrás.
El niño tenía once años. El niño era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero el niño le
daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, ganaba mucho dinero y estaba todo el día en
sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto".
Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:
– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?
– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, dos mil pesetas. ¿Por qué?
– Quería saberlo.
– Bueno, duerme.
Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía
mil quinientas pesetas. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:
- Papá, dame quinientas pesetas que me hacen falta para una cosa muy importante...
– ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme.
– No, papá, espera. Mira. Tengo dos mil pesetas. Tómalas. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de
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hablan con su padre...
El padre le abrazó.
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