Castellano, pregunta formulada por danieldiezdiez, hace 2 meses

Elegimos una pintura o una escultura e inventamos la historia que se esconde detrás. (15 lineas)

Respuestas a la pregunta

Contestado por ElAstronauta17
1

Elegimos una pintura o una escultura e inventamos la historia que se esconde detrás.

El niño tenía once años. El niño era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero el niño le

daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, ganaba mucho dinero y estaba todo el día en

sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto".

Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:

– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?

– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, dos mil pesetas. ¿Por qué?

– Quería saberlo.

– Bueno, duerme.

Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía

mil quinientas pesetas. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:

- Papá, dame quinientas pesetas que me hacen falta para una cosa muy importante...

– ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme.

– No, papá, espera. Mira. Tengo dos mil pesetas. Tómalas. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de

estar contigo. De hablar contigo. A veces me siento muy solo. Y tengo envidia de otros chicos que

hablan con su padre...

El padre le abrazó.

              “Dios de perfil y ochenta minifábulas más”, Fermín de Mieza

↓ElAstrounata17↓


danieldiezdiez: ya lo hize ayer XD
danieldiezdiez: bueno te doy gracias y 5 estrelas
ElAstronauta17: Muchas gracias!
Contestado por Usuario anónimo
1

Elegimos una pintura o una escultura e inventamos la historia que se esconde detrás.

El niño tenía once años. El niño era estudioso, normal y cariñoso con sus padres. Pero el niño le

daba vueltas a algo en la cabeza. Su padre trabajaba mucho, ganaba mucho dinero y estaba todo el día en

sus negocios. El hijo le admiraba porque "tenía un buen puesto".

Cierto día el niño esperó a su padre, sin dormirse, y cuando llegó a casa, le llamó desde la cama:

– Papá –le dijo- ¿cuánto ganas cada hora?

– Hijo, no sé, bastante. Pon, si quieres, dos mil pesetas. ¿Por qué?

– Quería saberlo.

– Bueno, duerme.

Al día siguiente, el niño comenzó a pedir dinero a su mamá, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenía

mil quinientas pesetas. Y al regresar otro día, de noche, su padre, le volvió a llamar el niño:

- Papá, dame quinientas pesetas que me hacen falta para una cosa muy importante...

– ¿Muy importante, muy importante? Tómalas y duerme.

– No, papá, espera. Mira. Tengo dos mil pesetas. Tómalas. ¡Te compro una hora! Tengo ganas de

estar contigo. De hablar contigo. A veces me siento muy solo. Y tengo envidia de otros chicos que

hablan con su padre...

El padre le abrazó.

             ↓“Dios de perfil y ochenta minifábulas más”, Fermín de Mieza↓

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