Elaborar peticiones de perdón por las madres discriminadas y humilladas
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Qué se les enseña al pedir perdón por los errores cometidos?
Reconozco que me he equivocado y no pasa nada. No soy el mejor ni soy perfecto. A veces hago las cosas mal y me doy cuenta de ello. Además, asumo la responsabilidad que me corresponde.
Me importas. Te he ofendido, de una manera u otra, y estoy disgustado por ello. Me gusta que estés bien y las cosas que a ti te parecen importantes las tengo en cuenta.
Entiendo tus sentimientos. He sido capaz de reconocer que te ha molestado lo que he hecho. Demuestro empatía.
Soy capaz de resolverlo. Además de pedir perdón, hago lo que puedo para reparar el daño que he causado.
Una vez comprobada la importancia de pedir disculpas a los niños y estando convencidos de que debemos hacerlo, ¿cuál es la mejor manera?
Como en otras ocasiones, aquí no hay reglas. Los límites los pone tu imaginación. Las claves son hacerlo con sinceridad y dándole seriedad, sin ridiculizar la situación. No vale de nada decir un “perdón” de pasada, como si fuese un estornudo, ni exagerarlo hasta que parezca de broma.
Lo primero es ponerse a la altura del niño y mirarle a los ojos. Con esto conseguimos captar su atención y centrarnos en el asunto. Además de pedir disculpas, conviene decir el motivo, explicando brevemente lo que ha pasado para que ambos tengan claro de lo que se trata. Debemos esperar a que el niño dé su respuesta, ayudándole si es necesario. Esto es importante porque demuestra que él debe decidir si acepta o no lo que le decimos. Y lo tenemos que respetar. A veces al niño le cuesta comprender nuestros motivos, por lo que hay que darle tiempo. A esto también se aprende. Exprésale cómo te sientes después de haberle pedido perdón, si notas alivio, calma, paz interior. Dale las gracias por entenderlo.
Finalmente, si ha habido un daño que se pueda reparar (algún juguete roto o perdido, un malentendido…) hay que buscar la forma de solucionarlo, poniendo lo que esté en nuestra mano. Esto demuestra un compromiso y unas verdaderas ganas de comenzar de nuevo.
Así que ¡ánimo!, perdamos el miedo a pedir perdón a los niños porque es algo muy beneficioso para todos.