Elaborar 4 metáforas. sobre el maltrato animal y el abuso sexual
por fis
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes1
es una de las peores formas
de violencia contra la niñez y adolescencia. A pesar de que constituye un problema
creciente en el mundo, la mayoría de los casos no son detectados ni denunciados.
A diferencia del maltrato físico –cuyo diagnóstico depende de la posibilidad de
ver las lesiones- y de la negligencia adulta hacia el bienestar infantil -que se diagnostica al ver niños privados de los cuidados parentales básicos (desnutridos, no
escolarizados, sin cuidados médicos básicos, entre otras formas de vulneración
de sus derechos)-, la detección del niño que fue o está siendo víctima de abuso
sexual depende de escucharlo para saber qué pasó.
La importancia de escuchar al niño cuando toma la palabra radica en que su descripción frecuentemente es la más importante, poderosa y, en muchas ocasiones,
la única evidencia del abuso cometido en su contra. Por ese motivo, es imprescindible prestarles atención, privacidad y escucharlos sin juzgarlos.
En la mayoría de los casos detectados no suele haber lesiones físicas que funcionen
como indicios para determinar quién fue el agresor ni hay una conducta específica
o prototípica que los niños víctimas presenten. Tampoco suele haber testigos, ya
que quien comete un abuso sexual suele hacerlo a escondidas. Todos estos factores,
sumados a mitos enraizados y prejuicios culturales que operan en detrimento de los
niños cuando toman la palabra para develar sus padeceres, hacen que el diagnóstico
y posterior denuncia sean una tarea compleja. También opera una premisa falsa que
sostiene que “si no hay lesión, no hubo abuso”. Esto agrava la situación porque sin
detección los niños no reciben tratamiento, ni protección ni justicia.
Los NNyA víctimas de abuso sexual con frecuencia callan: por miedo, culpa, impotencia, desvalimiento, vergüenza. Suelen experimentar un trauma peculiar y característico de este tipo de abusos: se sienten cómplices, impotentes, humillados y
estigmatizados. Este trauma psíquico se potencia con el paso del tiempo, cuando
la consciencia de lo sucedido es mayor.
Si bien la mayoría de las víctimas de abuso sexual e incesto paterno filial son niñas y adolescentes del género femenino, también los varones sufren abusos que
callan por temor a ser cuestionados respecto a su orientación sexual y por miedo
a ser vistos como agresores sexuales.
Explicación: