Castellano, pregunta formulada por diervema61981, hace 1 mes

Elabora un texto argumentativo sobre la importancia que tuvo la población indígena del cusco y los afrodescendientes en el proceso de la independencia del Perú.

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Contestado por jahdbsjqksbsgs
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Hay ciertos precedentes de carácter local que se necesita considerar al instante de aprender la libertad del Perú. El primero de ellos ha sido la enorme revolución indígena iniciada en noviembre de 1780 en el Cusco y que estuvo dirigida por un descendiente directo del último inca, el cacique José Gabriel Condorcanqui, rebautizado como Túpac Amaru II. Si bien es cierto que la revolución se empezó más como una protesta en oposición a los abusos realizados por los burócratas de la corona de España, más que nada los desmesurados tributos y el extendido uso de la mita, y reconociendo el poder soberano del monarca española, es por igual cierto que alcanzó una significativa trascendencia en la zona suroriental del Virreinato.

La fallida revolución indígena y la implacable represión que se ejerció contra los insurrectos, trajo secuelas notables en el manejo y sobrevivencia del Virreinato. La primera y quizá más importante, ha sido que la corona tomó la decisión de acomodar un batallón de línea con el fin de que su poder no se viera nuevamente amenazado, en lo cual para entonces se consideraba su más relevante posesión en América del Sur. Esto quizá nos ayuda a comprender por qué el Perú ha sido de las naciones que más tardíamente consiguió su libertad definitiva, para lo que debió disponer de la colaboración activa de fuerzas militares que proceden de sitios tan disímiles como la “Corriente Libertadora del Sur”, la misma que se derivó en Buenos Aires y fuera reorganizada en Chile bajo el mando del militar argentino José de San Martín, y la “Corriente Libertadora del Norte” creada en Caracas y bajo la conducción de Simón Bolívar.

Sin embargo, resulta bastante paradójico que a medida que en la mayoría de Hispanoamérica se produjeron varios pronunciamientos a raíz del derrocamiento de Fernando VII, más que nada por medio de las juntas de regimen las mismas que han estado más preocupadas por seguir estando bajo la autonomía del depuesto monarca que en conseguir la libertad, en el Virreinato del Perú no se presentó la voluntad de ordenar un regimen local autosuficiente, independientemente del ideario que lo acompañara, justo en los instantes en que el imperio americano de los Borbones iniciaba su ineludible desmembramiento.

Ahora bien, la pacificación que siguió a el fracaso de Túpac Amaru se manifestó en un lapso de paz que duró hasta 1811, 3 décadas en los que el dominio español se robusteció con una secuencia de relevantes reformas de tipo político y económico como, ejemplificando, la lenta liberalización del negocio universal. En 1811 se hizo la primera revuelta de Tacna, localidad ubicada a 1300 kilómetros al sur de Lima y que fuera dirigida por un personaje de la aristocracia criolla, Francisco Antonio de Zela. Al año siguiente se tuvo una fundamental revuelta en la amazónica metrópoli de Huánuco, después en 1813 y dirigida por Enrique Pallardelli, la segunda revuelta de Tacna. En 1814 se vivió una fundamental revolución en el Cusco, evento donde tuvo una activa colaboración el antiguo brigadier indígena del batallón colonial, Mateo Pumacahua, militar que en su instante se encargó de combatir la revolución de Túpac Amaru.

Los levantamientos aquí mencionadas acabaron con el exilio o la sumaria ejecución de sus dirigentes, lo que representó un debilitamiento de cualquier intento de conseguir la libertad por medios propios. Súmele a ellas la derrota de las 3 expediciones enviadas por el comité de Regimen de Buenos Aires, las mismas que liberarían al Perú mediante una fuerza militar que ingresó por el Elevado Perú, hoy Bolivia, para comprender el retraso en la consecución de tan fundamental objetivo. Habría que aguardar la organización, en 1820, de una fundamental fuerza militar, naval y terrestre a cargo de José de San Martín, y la evacuación del batallón colonial de la urbe de Lima hacia el interior de la nación bajo la conducción del último virrey, José de la Serna, para que Perú proclamara su libertad el 28 de julio de 1821.

Esto no representó la emancipación definitiva, puesto que frente a la casi e instantánea retirada de San Martín de territorio peruano, más que nada por las profundas diferencias con los criollos locales, se entró en un lapso de anarquía y profundas divisiones políticas que acabaron con la retoma de fundamental territorio nacional por las fuerzas españolas. Frente a la viable caída del naciente Estado en manos del dominio colonial, el mandatario José de la Riva Agüero envió llamar y dio el poder absoluto a Simón Bolívar, quien al frente de un batallón formado por hombres que proceden de las recientes Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú, derrotó de forma definitiva al batallón español en las batallas de Junín y Ayacucho entre los meses de agosto y diciembre de 1824. Consolidada la libertad en el Perú, lo demás del conjunto de naciones podía fiar en el sostenimiento del ansiado objetivo: ser independientes de forma definitiva.
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