Religión, pregunta formulada por cristianrojascarranz, hace 3 meses

elabora un salmo a nuestra casa común la tierra,medioambiente

Respuestas a la pregunta

Contestado por harrycito1973
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Respuesta:

Alabado seas, mi Señor, por el Hermano Viento, y por el aire …y todo tiempo

El clima es un bien común de todos y para todos. A nivel global, es un sistema complejo relacionado con muchas condiciones esenciales para la vida humana. (LS 23)

California tiene décadas de experiencia en solucionar la contaminación atmosférica. Sin embargo, el cambio climático es algo nuevo, requiere respuestas nuevas e innovadoras de todos los sectores de la sociedad.  El clima es un patrón meteorológico, no un fenómeno específico meteorológico. Es difícil percibir un cambio en el clima, se requiere un especial conocimiento para evaluar científicamente el cambio. Por este motivo, el Papa Francisco propuso la “ecología integral” como un contexto nuevo para guiarnos hacia las relaciones más armoniosas del uno con el otro y con la tierra.

Los desajustes del clima de la tierra es uno de los principales desafíos que enfrenta la humanidad actualmente, con graves implicaciones para los pobres, muchos de los cuales viven en áreas particularmente afectadas por la degradación ambiental y que también subsisten, en gran medida, por el acceso a los recursos naturales para la vivienda, su alimentación e ingresos (LS 25). Existe un consenso generalizado entre los científicos, a nivel mundial, que identifica la combustión de los combustibles fósiles para la generación de energía, la industria y el transporte como la causa primaria de los desajustes climáticos.

Laudato Si’ identifica: la necesidad urgente del desarrollo de políticas  para que en los próximos años la emisión del dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable. (LS 26)

La preocupación católica por los desajustes climáticos no es algo nuevo. En el 2001, los Obispos de los EE.UU. escribieron: “La virtud de la prudencia es de importancia capital en la consideración del cambio climático. Esta virtud no es necesaria sólo para individuos que llevan vidas moralmente aceptables, sino que también es vital para la salud moral de la comunidad general”. [xii]

Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. En las últimas décadas, este calentamiento ha estado acompañado del constante crecimiento del nivel del mar, y además es difícil no relacionarlo con el aumento de eventos meteorológicos extremos, más allá de que no pueda atribuirse una causa científicamente determinable a cada fenómeno particular. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento … (LS 23)

Ya están sintiendo las repercusiones de los desajustes climáticos muchas comunidades a lo largo del país. Y sin los sólidos esfuerzos de mitigación global sustentados, además de la adaptación regional, se anticipa que el cambio climático causará pérdidas crecientes para la infraestructura y propiedades estadounidenses y se obstaculizará la tasa de crecimiento económico en este siglo.[xiii]

Este es un problema moral serio con profundas implicaciones económicas y de justicia social. Los pobres y vulnerables ahora experimentarán y continuarán soportando daños desproporcionados por los desajustes climáticos—ya sea por incendios, inundaciones, o fenómenos meteorológicos extremos. Los efectos negativos para la salud, debido a los desajustes climáticos, incluyendo una mayor transmisión de enfermedades por vía de insectos y parásitos, también perjudican más duramente a los pobres. Los desajustes climáticos agravarán las desigualdades sociales y económicas, lo cual señala la necesidad de priorizar las estrategias para ayudar a todos los necesitados a adaptarse a nuestra nueva realidad climática.

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