Castellano, pregunta formulada por blackmirro, hace 10 meses

elabora un relato policial teniendo en cuenta. elegir un tipo de relato policial negro o clasico.
tener en cuenta los tipos de personajes detective y sospechoso.
debe tener indicios.
no debe faltar el suspenso.

Respuestas a la pregunta

Contestado por hugo22morenilla
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Respuesta:

En la comisaría principal de la pequeña ciudad de Torreroca, a la detective Piñango le llegó la noticia de una muerte que había conmocionado a gran parte de la ciudad. El obispo de la Basílica Mayor de la ciudad había muerto en extrañas circunstancias.

El padre Henry era muy querido por la comunidad. Los miembros de ésta destacaban sus constantes labores altruistas en pro de la población, además de su capacidad para integrar las distintas creencias del pueblo.

La detective Piñango recibió el informe de la autopsia, que indicó que el padre Henry había muerto súbitamente, pero que no había indicios de asesinato. Este informe lo firmó la forense Montejo, reconocida profesional de gran prestigio en Torreroca.

Sin embargo, Piñango desconfiaba.

―¿Qué crees tú, González? ―preguntaba la detective a su compañero de labores.

―En efecto detective, hay algo que suena raro.

Piñango y González acordaron entonces trasladarse hasta la casa parroquial, donde residía el sacerdote. Aunque no tenían una orden judicial para entrar, los policías se entrometieron en el hogar.

―¿Qué son todas estas figuras, Piñango? ―preguntó González, incrédulo de lo que veía.

―Sin lugar a dudas, son imágenes budistas. Buda está en todas partes ― contestó.

―¿Pero el padre Henry no era católico? ―cuestionó González.

―Eso tenía entendido.

A la detective Piñango le pareció sumamente sospechosa la presencia de un pequeño frasco al lado de la cama del párroco. En el envoltorio decía que eran unas gotas de sándalo.

Piñango se llevó el frasco para analizarlo en la comisaría. Los resultados fueron inconfundibles: lo que contenía el frasco era arsénico, ¿pero quién podría haber asesinado al padre Henry? Todas las dudas recayeron en la comunidad budista de Torreroca.

Piñango y González se acercaron a la tienda de productos budistas que se encuentra diagonal a la plaza Mayor.

Cuando entraron, la dependienta se metió en la parte trasera a buscar algo, pero no regresó. Piñango se dio cuenta y salió a la calle, donde comenzó una persecución

―¡Detente! ¡No tienes escapatoria! ―gritó. En cuestión de minutos logró capturar a la encargada.

La mujer que atendía la tienda budista respondía al nombre de Clara Luisa Hernández. Rápidamente, después de su detención, confesó su crimen.

Resulta que Clara Luisa, mujer casada, mantenía una relación sentimental con el padre Henry. Éste le comunicó que ya no quería seguir con la misma y ella decidió asesinarlo.

– Paredes invisibles

Los oficiales Roberto Andrade e Ignacio Miranda se dirigieron a una pequeña casa ubicada en un barrio de clase media alta de la ciudad.

Fueron destinados a investigar dentro de ella, porque se encontraban investigando sobre un fraude fiscal enorme, producto de la corrupción que habían perpetrado unos miembros del ayuntamiento.

A eso de las seis de la tarde, los policías llegaron a la casa. Traían consigo una orden judicial que les permitía entrar seas cuales fueran las circunstancias.

Para comenzar, Andrade y Miranda tocaron la puerta. Nadie contestó. Volvieron a tocar y escucharon unos pasos. Una linda viejecita les abrió la puerta.

Los policías, amablemente, le explicaron la situación y las razones por las cuales tenían una orden de cateo para entrar a la casa.

La señora entendió la situación aunque les explicó que ella no tenía ninguna relación con las personas investigadas y que no las conocía. De cualquier manera los oficiales debían entrar, algo que la señora aceptó.

Posteriormente, los dos policías comenzaron a registrar la casa. La anciana les indicaba que no iban a encontrar nada, pues ella era la única que vivía en esa casa desde que enviudó. Sin embargo, en ningún momento interrumpió la labor policial.

―Parece que no vamos a encontrar nada, Ignacio ―le dijo Roberto Andrade.

―No se ve ningún indicio de dinero escondido, tal y como las investigaciones indicaban. Creo que esto es un fiasco ―le contestó.

Finalmente, los oficiales salieron al gran patio trasero de la casa, que a la vez era un jardín con muchos árboles.

― ¿Recuerdas que el señor Vallenilla, uno de los investigados en la trama, es amante de los bonsáis? ―le preguntó Miranda a Andrade.

―Ciertamente. Es verdad.

Miranda hizo ese comentario mientras señalaba una parte del jardín lleno de bonsáis, de todo tipo. Los bonsáis estaban dispuestos por filas. Cada una de ellas tenía bonsáis de un tipo.

En una había pequeños árboles de naranja, en el otro había pequeños árboles de limón y así consecutivamente. Una de las filas que más destacaban era la de árboles tipo bonsáis que parecían auténticamente japoneses. De hecho, había varias de estas filas.

― ¿Excavamos? ―preguntó Andrade.

―Por supuesto ―contestó Miranda.

Aunque no tenían herramientas para excavar en la tierra, los policías comenzaron a hurgar por los lugares donde estaban sembrados los bonsáis con la mano.

―Creo que estoy tocando algo firme ―dijo con efusividad Miranda.

― ¡Muy bien!

Explicación:

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