elabora un cuento sobre la pandemia que experiencias has tenido en tiempo de pandemia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Era un nuevo día en donde me temblaban hasta los pensamientos.
La palabra cuarentena y pandemia estaba en todos lados, aún más que en las semanas anteriores. ¡Hasta en la
sopa aparecía ya! No pienses en la cuarentena, decían, pero cuídate de la pandemia, decían también.
Al menos para ese entonces no parecía ser tan malo para otros; los departamentos vecinos se unían en coro para
cantar canciones alegres. Parecían más libres en tiempos de encierro, solo para dejarnos el mensaje de que no
importa qué estás viviendo, todo depende de cómo lo veas.
Me asomaba por el balcón a veces y no veía más que calles vacías, uno que otro transeúnte con mascarilla, con una
historia propia encima.
En aquel momento solo deseaba saber aquellas historias, pues hubiese soñado con ellas y así todos los días
dejarían de parecer iguales; sin nada qué hacer y a la vez hacer siempre lo mismo. Parecía ser que ahora no me
quedaba más que añorar salir a las calles para decir que por mí no saldría jamás.
Decían también que una mente ocupada no extrañaba a nadie y una desocupada extrañaba a todos.
Y lo hacía de verdad. Los extrañaba a todos.
Aunque nunca me agradó hacerlo, lo primero que haría al acabar todo esto sería abrazar.
Nada como encontrar en ti mismo la paz, me dije al día siguiente. Pero la perdí cuando abrí el balcón y no hubo ni
brisa, ni ruidos. Solo silencio.
¿En dónde estaba lo hermoso?, ¿A dónde se había ido?
Sentada esperé un cambio de ambiente que jamás llegó.
Las opciones de hallar una distracción factible se agotaban y ya el hacer lo mismo, era difícil. Era como intentar
resolver el problema de matemática una y otra vez.
Mamá, por su parte, parecía no extrañar nada. Todos los días se sentaba frente a su computador a retomar su
trabajo. En algún punto del día, guiándose del horario establecido a mi segundo hermano, se sentaba con él
para ayudarlo en sus actividades. Y mientras realizaba todo lo anterior se ocupaba de mi tercer hermano, el más
pequeño. Supongo que aquel estrés que reflejaba era suficiente para no añorar su exterior.
Aún así salir no parecía satisfactorio en tiempos de pandemia. Usar tapabocas era horrible e incómodo. Sentías el
aire caliente pegándote en la cara y te picaba por el material. Pero esperen, que los guantes eran peor. El látex era
ajustado y rechinaba. Ajustarlo era admitir que mis manos sudaban mucho.
Pero usar ese par era mejor que nada. Era una protección, que a pesar de tanta insistencia, no te protegía de todo
el conflicto.
Era mejor que andar en manos de Dios, aunque no creyera en él.
Una tarde me encontré con la cantidad de muertos actuales en el país mientras vagaba por Instagram. Pensé en el
número y me fijé en el hecho de estar tan mal, que no había otra cosa para hacer más que concentrarse en no ser
el siguiente