EL ÚLTIMO TRATO
Una mañana iba por la pedregosa carretera
rroza.
-iMe vendo!-grité.
me dijo:
-Soy poderoso, puedo com-
prarte.
Pero de nada le valió su po-
derío y se volvió sin mí en su carroza.
-Soy rico, puedo comprarte.
Las casas estaban cerradas en el sol del me-
diodía y yo vagaba por el callejón retorcido
cuando un viejo cargado con un saco de oro
me salió al encuentro. Dudó un buen momen-
to, y me dijo:
ví la espalda y me fui.
en mano, llegó el rey en su ca-
la El rey me cogió de la mano y
Una a una ponderó sus monedas. Pero yo leve
Anochecla y el seto del jardin estaba todo en do en la playa jugando con las conchas. Levan-
flor. Una muchacha apareció ante de mí, y metó la cabeza y, como si me conociera, me dijo:
-Puedo comprarte con nada.
-Te compro con mi sonrisa.
Pero su sonrisa palldeció y se borró en sus id- Desde que hice ese trato jugando, soy muy fe-
grimas. Y se volvió sola otra vez a la sombra,
dijo:
El sol relucía en la arena y las olas del mar rom-
plan caprichosamente. Un niño estaba senta
TAGORE, Rabindranath. La luna nueva. El jardinero.
Ofrenda lirica. Madrid: Alianza, 1983.
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