El tiempo de Adviento se debe vivir con una profunda alegría. ¿De dónde nace esta alegría?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La alegria de la presencia cercana del Señor y la espera de su venida.
Explicación:
A pesar de tantas situaciones difíciles que estamos atravesando, el motivo de nuestra alegría en este tiempo de adviento, es la presencia cercana de Dios en nuestra vida. Es bueno mantener viva la alegría interior que nos viene del mismo Dios.
En el tiempo de adviento estamos alegres en la espera. San Pablo en su carta a los Tesalonicenses nos recuerda: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.” (1 Tes 5, 16-18). La verdadera alegría nos viene de la cercanía de nuestro Dios. El papa Francisco en uno de sus mensajes nos anima a vivir en la cercanía de nuestro Dios: “Cuanto más cerca de nosotros está el Señor, más estamos en la alegría; cuanto más lejos está, más estamos en la tristeza. Esta es una regla para los cristianos”.
Para vivir la alegría de la presencia de Dios, en primer lugar tenemos que vaciarnos de nosotros mismos para centrar nuestra mirada en la misión que Dios tiene para cada uno. Cuando estamos inmersos en nuestras ocupaciones y preocupaciones, difícilmente podremos encontrar a Dios en nuestra vida. La verdadera alegría parte de nuestra capacidad de estar abiertos a la novedad de Dios en nosotros mismos y en nuestros seres queridos. Por eso este tiempo de adviento es un llamado para abrir el corazón, para encontrarnos con nuestro Dios superando el cansancio de la rutina, de la mediocridad y del desaliento.
La verdadera alegría Cristiana, nos dice nuestro Papa Emérito Benedicto XVI: “Es sentir que un gran misterio, el misterio del amor de Dios, visita y colma nuestra existencia personal y comunitaria. Para alegrarnos, no sólo necesitamos cosas, sino también amor y verdad: necesitamos al Dios cercano que calienta nuestro corazón y responde a nuestros anhelos más profundos…”
Es la alegría que vivió nuestra Madre María y es lo que nuestra fe nos anima en este tiempo de espera desde la confianza plena en el amor de nuestro Dios.
Desde nuestra fe reconocemos que la verdadera alegría cristiana, no es un estado anímico pasajero, sino que se trata de un verdadero don de Dios que nace de la confianza en la presencia viva de Dios en nuestra vida. En la medida que nos abrimos a la acción del Espíritu Santo en nuestra vida, vamos fortaleciéndonos en este don de la alegría que nos lleva al amor puesto de manifiesto en el servicio.
La alegría del adviento, visto desde nuestra fe, también nos da la certeza de un Dios que nunca nos abandona. Está siempre presente en medio de cada una de nuestras realidades concretas. Que la espera de este tiempo de adviento ya nos llene de gozo por reconocer el amor de Dios que siempre nos fortalece y nos sostiene en medio de nuestras adversidades y contratiempos. Como María podamos decir SÍ a la voluntad de Dios, sin temor alguno; y como Juan el Bautista tengamos la valentía de anunciar la verdad de la fe sin temor.
Que este adviento sea una nueva oportunidad para comenzar, confiando en la cercanía de un Dios que nunca nos abandona. Que Emmanuel, el Dios con nosotros, nos mantenga fortalecidos en la alegría y la esperanza!