El ser humano ha buscado reivindicar sus derechos a lo largo de la historia. ¿Qué lograron los grecorromanos, la religión cristiana y la tradición judía al respecto? Explica.
posdata: explica cada uno por separado gracia :).
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
la teología de la dominación. En su esencia, este proceso de fetichización de la
clase dominante de la nación opresora se funda en la negación de la «exterioridad»11, en la alienación del otro como otro reducido a simple mediación del
proyecto del sistema, en lo que consiste, por último, el pecado. Destituir al
otro de la «dignidad» (dignus es el que merece por ser persona, otro que todo
otro, el sagrado por excelencia: alguien distinto) que tiene por esencia, por
naturaleza, es primeramente arrebatarle su alteridad, su libertad, su humanidad. Una vez que se destituye al otro de su divina exterioridad (y esto
mediante la artimaña de enjuiciarlo como bárbaro, no hombre, animal bestial,
el enemigo12 por excelencia), se le puede manipular, controlar, dominar,
torturar, asesinar y todo esto en nombre del «Ser» -diría el viejo Schelling-,
o de la «civilización» o de la «cristiandad», de la totalidad fetichizada. Claro
que al juicio negativo sobre el otro le sigue inmediatamente la privación, por
el poder político y práctico, de sus posibilidades materiales de vida. Es en el
nivel económico -estatuto del culto a Dios,- donde la destitución del otro se
consuma: se hace real. El indio no sólo será considerado una «bestia», sino
que será «mano de obra» gratuita en un sistema tributario colonial que
contribuirá en gran parte a la acumulación originaria del capitalismo europeo
desde el siglo XVI.
Es por ello que, en épocas de profetismo y mesianismo, de inmediato se
quita la hipoteca de negatividad que pesa sobre los goim, sobre los paganos,
sobre las «naciones»: «He derramado mi Espíritu sobre él, justicia traerá a los
goim» (Is 42,1). «Cuando el Hijo del hombre venga con su esplendor se
sentará en su trono de gloria y reunirá ante él a todas las naciones» (Mt
25,31-32)13.
Una teología de la dominación fija las «fronteras» («para que mi salvación
llegue hasta la frontera de la tierra»: Is ,6)14, y declara al otro excluido de la
salvación, del ser, de la dignidad. La liberación, por el contrario, atraviesa el
horizonte del sistema e incluye al otro como el igual, el hermano, el miembro
de la comunidad futura y escatológica.
c) La disputa sobre el estatuto de la naturaleza del indio
Teológicamente, la disputa de Valladolid de 1550 entre Juan Ginés de
Sepúlveda y Bartolomé de las Casas es la más importante que sobre el estatuto
ontológico, ya la luz de la fe, se haya realizado en Europa acerca de la
naturaleza del hombre y de las culturas del Tercer Mundo. Habrá que esperar
hasta la aparición de la teología de la liberación para encontrar en pleno siglo
XX un replanteamiento de la cuestión. Es necesario comprender que una
cierta coyuntura de clases paradójicamente ayudaba, teológicamente, a los
indios (aunque en la práctica política y económica serán oprimidos hasta la
completa alienación). En efecto, y como hemos explicado, la «clase encomen-
11. «Exterioridad» para Hegel es el ente: lo más alejado del ser. Para nosotros «exterioridad» es el ámbito desde donde el otro, el pobre en cuanto incondicionado por el sistema
dominador y no como parte de nuestro mundo, clama justicia (Cf. mi obra Filosofía ética
latinoamericana, México 1977).
12. Cf. H. Marcuse, El hombre unidimensional, México 1969, 43 y 73.
13. En la predicación de Jesús se observa la apertura al otro no perteneciente al pueblo
judío (Cf. J. Jeremias, Jésus et les paiens, Neuchiitel 1956).
14. Cf. Kittel, TWNT V. col. 453.
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dera» (los que recibían el tributo en trabajo de los indios) era una fuerte
oligarquía que se organizaba en América hispánica (lo mismo que la clase
esclavista en el Brasil). El rey no podía apoyar dicha «clase encomendera»,
que tenía inclinación al «separatismo» -como lo habían demostrado los
conquistadores del Perú-. Por ello, paradójicamente, el rey no permitirá la
publicación de las obras de Ginés de Sepúlveda (que justificaba la opresión del
indio por parte de los «e brutales
crímenes, Dios le ha vendado los ojos21 junto con otros saqueadores... a fin de
que él no sea capaz por gracia de Dios de saber que esas desnudas gentes eran
simples, buenos y piadosos»22.
En cuanto a las bulas de Alejandro VI, Bartolomé analiza la cuestión y
muestra que nunca el papa, justificó la guerra o la violencia como medio de
Explicación paso a paso: