Matemáticas, pregunta formulada por zxruiofdzxuibof, hace 16 horas

El ser humano ha buscado reivindicar sus derechos a lo largo de la historia. ¿Qué lograron los grecorromanos, la religión cristiana y la tradición judía al respecto? Explica.
posdata: explica cada uno por separado gracia :).

Respuestas a la pregunta

Contestado por SEYDER1254
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Respuesta:

la teología de la dominación. En su esencia, este proceso de fetichización de la

clase dominante de la nación opresora se funda en la negación de la «exterioridad»11, en la alienación del otro como otro reducido a simple mediación del

proyecto del sistema, en lo que consiste, por último, el pecado. Destituir al

otro de la «dignidad» (dignus es el que merece por ser persona, otro que todo

otro, el sagrado por excelencia: alguien distinto) que tiene por esencia, por

naturaleza, es primeramente arrebatarle su alteridad, su libertad, su humanidad. Una vez que se destituye al otro de su divina exterioridad (y esto

mediante la artimaña de enjuiciarlo como bárbaro, no hombre, animal bestial,

el enemigo12 por excelencia), se le puede manipular, controlar, dominar,

torturar, asesinar y todo esto en nombre del «Ser» -diría el viejo Schelling-,

o de la «civilización» o de la «cristiandad», de la totalidad fetichizada. Claro

que al juicio negativo sobre el otro le sigue inmediatamente la privación, por

el poder político y práctico, de sus posibilidades materiales de vida. Es en el

nivel económico -estatuto del culto a Dios,- donde la destitución del otro se

consuma: se hace real. El indio no sólo será considerado una «bestia», sino

que será «mano de obra» gratuita en un sistema tributario colonial que

contribuirá en gran parte a la acumulación originaria del capitalismo europeo

desde el siglo XVI.

Es por ello que, en épocas de profetismo y mesianismo, de inmediato se

quita la hipoteca de negatividad que pesa sobre los goim, sobre los paganos,

sobre las «naciones»: «He derramado mi Espíritu sobre él, justicia traerá a los

goim» (Is 42,1). «Cuando el Hijo del hombre venga con su esplendor se

sentará en su trono de gloria y reunirá ante él a todas las naciones» (Mt

25,31-32)13.

Una teología de la dominación fija las «fronteras» («para que mi salvación

llegue hasta la frontera de la tierra»: Is ,6)14, y declara al otro excluido de la

salvación, del ser, de la dignidad. La liberación, por el contrario, atraviesa el

horizonte del sistema e incluye al otro como el igual, el hermano, el miembro

de la comunidad futura y escatológica.

c) La disputa sobre el estatuto de la naturaleza del indio

Teológicamente, la disputa de Valladolid de 1550 entre Juan Ginés de

Sepúlveda y Bartolomé de las Casas es la más importante que sobre el estatuto

ontológico, ya la luz de la fe, se haya realizado en Europa acerca de la

naturaleza del hombre y de las culturas del Tercer Mundo. Habrá que esperar

hasta la aparición de la teología de la liberación para encontrar en pleno siglo

XX un replanteamiento de la cuestión. Es necesario comprender que una

cierta coyuntura de clases paradójicamente ayudaba, teológicamente, a los

indios (aunque en la práctica política y económica serán oprimidos hasta la

completa alienación). En efecto, y como hemos explicado, la «clase encomen-

11. «Exterioridad» para Hegel es el ente: lo más alejado del ser. Para nosotros «exterioridad» es el ámbito desde donde el otro, el pobre en cuanto incondicionado por el sistema

dominador y no como parte de nuestro mundo, clama justicia (Cf. mi obra Filosofía ética

latinoamericana, México 1977).

12. Cf. H. Marcuse, El hombre unidimensional, México 1969, 43 y 73.

13. En la predicación de Jesús se observa la apertura al otro no perteneciente al pueblo

judío (Cf. J. Jeremias, Jésus et les paiens, Neuchiitel 1956).

14. Cf. Kittel, TWNT V. col. 453.

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dera» (los que recibían el tributo en trabajo de los indios) era una fuerte

oligarquía que se organizaba en América hispánica (lo mismo que la clase

esclavista en el Brasil). El rey no podía apoyar dicha «clase encomendera»,

que tenía inclinación al «separatismo» -como lo habían demostrado los

conquistadores del Perú-. Por ello, paradójicamente, el rey no permitirá la

publicación de las obras de Ginés de Sepúlveda (que justificaba la opresión del

indio por parte de los «e brutales

crímenes, Dios le ha vendado los ojos21 junto con otros saqueadores... a fin de

que él no sea capaz por gracia de Dios de saber que esas desnudas gentes eran

simples, buenos y piadosos»22.

En cuanto a las bulas de Alejandro VI, Bartolomé analiza la cuestión y

muestra que nunca el papa, justificó la guerra o la violencia como medio de

Explicación paso a paso:

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