Castellano, pregunta formulada por sofiavcollazos, hace 8 meses

el resumen de el 1 capitulo de el teorema de el loro por favor

Respuestas a la pregunta

Contestado por egerlenoviedo
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Respuesta:

Explicación:

Como todos los sábados, Max se había dado un garbeo por las Pulgas de Clignancourt; había ido a pie por el norte de la colina de Montmartre. Después de revolver en el tenderete del vendedor a quien Léa había cambiado las Nike manchadas que Perrette le había regalado la semana anterior, entró en el gran almacén de excedentes coloniales y se puso a escarbar en un montón de objetos heterogéneos cuando divisó, hacia el fondo del local, a dos tipos elegantones muy excitados. Pensó que se pegaban. No era asunto suyo. Entonces vio al loro; los dos tipos intentaban capturarlo.

Eso sí lo convertía en asunto suyo.

El loro se defendía a picotazo limpio. El más bajo de los dos hombres le agarró un extremo del ala. Rápido como el rayo, el loro se dio la vuelta y le picó el dedo hasta hacerle sangre. Max vio que el individuo abría la boca gritando de dolor. El otro, el más alto, furioso, asestó un puñetazo a la cabeza del loro. Max se aproximó, creyó oír al loro aturdido que chillaba: «Asesi... Asesi...» Uno de los dos individuos sacó un bozal. ¡Poner un bozal a un loro! Max arremetió contra ellos.

En ese mismo instante, en la calle Ravignan, Perrette, que contenía la respiración a causa del fuerte olor a aceite de motor, entró en el garaje-habitación. Separó las cortinas de la cama con baldaquín y alargó una carta a Ruche. Un sello del tamaño de un boniato coloreaba el sobre. ¡Un sello de Brasil! Perrette observó que la carta había sido echada al correo hacía bastantes semanas. El matasellos informaba que venía de Manaos. Pero Ruche no conocía a nadie en Brasil y mucho menos en Manaos.

Monsieur Pierre Ruche 1001 Hojas Calle Ravignan París XVIII Francia.

Las señas de la carta eran correctas, aunque faltaba el número de la calle y la razón comercial estaba escrita de forma curiosa: «1001» en lugar de «Mil y Una».

Manaos, agosto de 1992

Querido πR:

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