el periodo de la Colonia en Latinoamérica es igual a america en la colonia?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
INTRODUCCIÓN
Veamos rápidamente tres aspectos: las civilizaciones prehispánicas americanas, la civilización hispánica y la situación
de la Iglesia.
1. Civilizaciones amerindianas
En América el hombre europeo encontró dos civilizaciones
superiores: la mayo-azteca en México y América Central y la
incaica en Perú -en un estado de desarrollo como el del Egipto
de la primera dinastía, y aún más primitivas: la «distancia cultural» era entonces, entre el hombre hispánico y los indios de
cultura superior, de más de cinco mil años. El resto de América era secundario y absolutamente primitivo.
El «núcleo ético-mítico» de estas civilizaciones es hoy bien
conocido por la filosofía de la religión. Son comunidades agrícolas (o guerreras en el caso de los Aztecas, por ejemplo), altamente sincréticos, donde los dioses chtónicos (en torno al culto
de la Terra Mater y la Luna) se mezclan con los uránicos. En
fin, una conciencia antihistórica, en la que el ritmo ritual, la
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realidad trascendente de los arquetipos divinos regulan, sacralizando, las acciones cotidianas. Los imperios Inca y Azteca se
originan en el siglo XV, por lo que al comienzo del siglo XVI,
cuando los españoles llegan a América, estas civilizaciones son
relativamente jóvenes y el poco tiempo no les ha permitido todavía codificar y ordenar adecuadamente su panteón; las teogonías
y creencias son heterogéneas, y la reflexión filosófica haría pensar en un muy primitivo comienzo.1
2. La civilización hispánica
El pueblo hispánico -parte del europeo medieval- se origina en el fondo racial de los íberos, en la civilización de la provincia romana, convertida después al cristianismo e invadida
por los árabes. El español venía luchando desde el siglo IX contra el Islam, y lo hacía con el sentido de las «Cruzadas». Las fronteras de las tierras «reconquistadas» avanzan paulatinamente
hacia el sur de la península. En 1492 es tomada Granada, y ese
mismo año Colón descubre algunas de las islas Caribe -creyendo que fueran las últimas prolongaciones de las islas Atlánticas.2
La estructura del «mundo» intencional del hispano era la del
hombre medieval europeo, más ciertos elementos del «mundo»
árabe. Uno de estos elementos es esa tendencia a unificar indisolublemente los fines del Estado y de la Iglesia (por otra parte
tan Constantiniano y de los Estados Pontificios). Es necesario
observar que la doctrina islámica del Califato exigía esta unidad,
este monismo religioso-político, pero ese mismo monismo era
propuesto por las diversas escuelas regalistas -piénsese en un
Marsilio de Padua o en todos los juristas que apoyaban la primacía absoluta del monarca: Enrique VIII en Inglaterra y el
absolutismo dinamarqués, por ejemplo, son otros frutos de la
misma postura, pero llevada al extremo.
En España existía, entonces, algo así como un «Mesianismo
temporal» por el cual se unificaba el destino de la Nación y de
_______________
1. Cfr. Notas bibliográficas, V, p. 208.
2. R. CARBIA, La superchería en la Historia del Descubrimiento, Buenos
Aires 1929; La Historia del Descubrimiento, Buenos Aires 1936; etc.
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la Iglesia, siendo la Nación hispánica el instrumento elegido
por Dios para salvar el mundo. Esta conciencia de ser la Nación
elegida -tentación permanente de Israel- está en la base de la
política religiosa de Isabel, de Carlos y de Felipe.
3. El sistema de Patronato
La Iglesia en los países ibéricos se fue ligando a la Corona
de Portugal y España por la debilidad de los Romanos Pontífices
de esa época, y por la política absolutista de los reyes hispánicos. Portugal es el primero en obtener dichos beneficios -desde
el siglo XIII-. La situación es la siguiente.3
Primero, la Santa Sede reconoce la possessio de Portugal
sobre las tierras descubiertas y por descubrir. En segundo lugar
dicho poder es exclusivo -sobre todo con respecto al África.
El que procediera de un modo contrario sería objeto de excomunión. En cuarto lugar dicho poder es también económico, es
decir, fundamento del colonialismo que nacía lentamente.4
Además, el Papado daba a la corona portuguesa un derecho y un deber, es decir, el jus patronatus5
y el deber de la «propagación de