el padre renteria el la relacion con la iglesia en la obra pedro paramo
Respuestas a la pregunta
I. EL REMORDIMIENTO
“–Se siente mal?
“–Mal no. Ana. Malo. Un hombre malo. Eso siento que soy” (p. 77).
En esta respuesta del Padre Rentería a su sobrina se dibuja la imagen del remordimiento y el disgusto de sí mismo.
La desilusión del sacerdote se ha ido gestando poco a poco, hasta llegar a ser incontenible y presagiar el estallido: “–Voy a ir un rato a caminar, Ana. A ver si así reviento” (p. 77).
Muy de mañana había dirigido sus pasos hasta la población vecina, dispuesto a confesarse y recuperar la paz interior. Los carreteros con quines se cruzó en el camino lo saludaron con preguntas convencionales: “Padre, ¿ya dieron el alba?” “¿Adónde tan temprano, padre?” “¿Ha muerto alguien en Contla, padre?” Y él, aunque se conformó con sonreir, “hubiera querido responderles: ‘Yo. Yo soy el muerto’” (p. 74).
¿Muerto, por qué? ¿Se sentía culpable de vivir en pecado y de ejercer sacrílegamente el ministerio? ¿Cosideraba que toda su acción sacerdotal era infructuosa y sin sentido?
El cura de Contla se había negado a darle la absolución, alegando:
“Ese hombre de quien no quieres mencionar su nombre ha despedazado tu iglesia y tú se lo has consentido. ¿Qué se puede esperar ya de ti, padre? ¿Qué has hecho de la fuerza de Dios? Quiero convencerme de que eres bueno y de que allí recibes la estimación de todos; pero no basta ser bueno. El pecado no es bueno. Y para acabar con él, hay que ser duro y despiadado. Quiero creer que todos siguen siendo creyentes; pero no eres tú quien mantiene la fe; lo hacen por superstición y por miedo. Quiero aún más estar contigo en la pobreza en que vives y en el trabajo y cuidados que libras todos los días en tu cumplimiento. Sé lo dificil que es nuestra tarea en estos pobres pueblos donde nos tienen relegados; pero eso mismo me da derecho a decirte que no hay que entregar nuestro servicio a unos cuantos, que te darán un poco a cambio de tu alma, y con tu alma en manos de ellos ¿qué podrás hacer para ser mejor que aquellos que son mejores que tú? No, padre, mis manos no son lo suficientemente limpias para darte la absolución. Tendrás que buscarla en otra parte