el mundo en la primera mitad del siglo 20
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1914 LA GRAN GUERRA
Alemania desempeñó un papel decisivo también en el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914. No porque el Gobierno alemán quisiera imperiosamente la guerra, como han afirmado algunos investigadores, sino porque algunas de sus decisiones coadyuvaron a que esa guerra se transformara en un conflicto bélico que abarcó toda Europa. Los alemanes tienen una particular responsabilidad en la transformación del conflicto regional en una gran guerra, debido a la ubicación geopolítica del país en el medio del continente: Alemania era la potencia que con su política podía unir o mantener alejados entre sí los diversos conflictos en Europa, tanto agudos como latentes. Más que las decisiones políticas fueron los planes militares del Imperio Alemán los que en el verano de 1914 llevaron a que un conflicto regional en los Balcanes se expandiera a todo el continente. No hay por qué hablar de la “culpa de Alemania” en relación con el estallido de esa guerra, como se lee en el anexo al artículo 231 del Tratado de Versalles, pero sin duda recae sobre Alemania una gran responsabilidad en cuanto a las posibilidades de limitación espacial de la contienda.
1939 LA DESAPARICIÓN DEL CENTRO
La historia europea del siglo XX puede ser descrita como un desarrollo de largo plazo de esos tres conflictos. Por un lado se trató de revisar los resultados de la Primera Guerra Mundial. Por otro, de conformarse con esos resultados y crear a partir de ellos un orden político más o menos estable. En ese sentido, los comienzos de la Segunda Guerra Mundial pueden interpretarse como un intento de revisión de los resultados de la Primera Guerra Mundial fijados en el Tratado de Versalles. Esa no comenzó, sin embargo, en 1939, sino ya en 1938, con la anexión de Austria por parte del Reich Alemán y poco después, de la región de los Sudetes. La Unión Soviética se benefició geopolíticamente, a través del pacto Hitler-Stalin, de esa política revisionista. Para Alemania, principal iniciadora de la Segunda Guerra Mundial, esta terminó en un desastre político y moral. Para la Unión Soviética, por el contrario, fue, si bien con un enorme número de víctimas, políticamente exitosa. La URSS logró no solo correr hacia el este las fronteras estatales fijadas en el pacto Hitler-Stalin, sino que logró ampliar también su esfera de influencia incluso hasta el Elba y la región de Böhmerwald. Europa fue dividida así en dos partes, una este y una oeste. Dejó de existir un centro europeo como núcleo de poder.
1989 UNIDAD: LA SENDA NO VIOLENTA
El año 1989 puede ser visto por lo tanto también como otra revisión de los resultados de una guerra, esta vez de la Segunda Guerra Mundial. En la senda hacia esa nueva revisión desempeñó un importante papel el descalabro político y moral de la Unión Soviética. Con el empleo de tanques contra la población en su propia esfera de influencia (1953 en la RDA, 1956 en Hungría y 1968 en Checoslovaquia), la URSS perdió la legitimación política que en un principio pudo reclamar para sí como vencedora del régimen nazi. En combinación con el notorio fracaso en el desarrollo de una economía próspera, el desastre político-moral de la URSS contribuyó notoriamente al colapso del orden creado por ella, quedando así libre el camino para una reunificación política de Alemania. Que esta tuviera lugar sin violencia, es decir, no como acto bélico, sino como acto legal, fue la condición para la aceptación política de la Alemania unida por parte de sus vecinos europeos. La memoria histórica y política de 1989 es el más feliz recuerdo de los alemanes en 2014.
NUEVAS TAREAS PARA EUROPA
El siglo XX fue el siglo de Estados Unidos, no por último como consecuencia de la Primera Guerra Mundial, de la cual fue el verdadero vencedor, mientras que en Europa hubo vencedores militares, pero no políticos y menos económicos. La época entre 1918 y 1945 puede definirse como el intervalo en que el papel de policía mundial desempeñado por los británicos en los siglos XVIII y XIX pasó paulatinamente a manos de los Estados Unidos. Hoy, Estados Unidos está en parte superado por ese papel, que desde el fin del enfrentamiento entre los dos bloques deben desempeñar solo, y deja entrever una fuerte disposición a repartir las cargas, es decir que espera de las potencias amigas una mayor disposición a asumir responsabilidades de orden político, en todo caso en sus respectivas áreas y su periferia. Eso supone que los europeos deberán asumir nuevas tareas, que solo podrán cumplir juntos, pero que conllevan el peligro de que los antiguos enfrentamientos, cuyo símbolos son los años 1914 y 1939, vuelvan a surgir.
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