El mes era septiembre, un septiembre tan hermoso como se pudiera pedir. Uno o dos días más tarde se extendió el rumor (probablemente iniciado por el mismo Sam) de que habría fuegos artificiales como no se habían visto en la Comarca durante casi un siglo, al menos desde la muerte del viejo Tuk.
Los días se sucedían y El Día se acercaba. Un vehículo de extraño aspecto, cargado con bultos de extraño aspecto, entró en Hobbiton una noche y subió la Colina de Bolsón Cerrado. Los Hobbits espiaban asombrados desde el umbral de las puertas, a la luz de las lámparas. La gente que manejaba el carro era extranjera: enanos encapuchados de largas barbas que entonaban raras canciones. Unos pocos se quedaron en Bolsón Cerrado. Hacia fines de la segunda semana de septiembre un carro que parecía venir del Puente del Brandivino entró en Delagua en pleno día. Lo conducía un viejo. Llevaba un puntiagudo sombrero azul, un largo manto gris y una bufanda plateada. Tenía una larga barba blanca y cejas espesas que le asomaban por debajo del ala del sombrero. Unos niñitos hobbits corrieron detrás del carro, a través de todo Hobbiton, loma arriba. Llevaba una carga de fuegos de artificio, tal como lo imaginaban. Frente a la puerta principal de la casa de Bilbo, el viejo comenzó a descargar; eran grandes paquetes de fuegos de artificio de muchas clases y formas, todos marcados con una gran G roja y la runa élfica.
Era la marca de Gandalf, naturalmente, y el viejo era Gandalf el mago, de reconocida habilidad en el manejo de fuegos, humos y luces y famoso por esto en la Comarca. La verdadera ocupación de Gandalf era mucho más difícil y peligrosa, pero el pueblo de la Comarca no lo sabía. Para ellos Gandalf no era más que una de las «atracciones» de la fiesta. De aquí la excitación de los niños hobbits.
- ¡La G es de Grande! -gritaban y el viejo sonreía. Lo conocían de vista, aunque sólo aparecía en Hobbiton ocasionalmente y nunca se detenía mucho tiempo. Pero ni ellos ni nadie, excepto los más viejos de los más viejos, habían visto sus fuegos de artificio, que ya pertenecían a un pasado legendario.
Cuando el viejo, ayudado por Bilbo y algunos enanos, terminó de descargar, Bilbo repartió unas monedas, pero ningún petardo ni ningún buscapié, ante la decepción de los espectadores.
- ¡Y ahora, fuera! -dijo Gandalf-. Tendrán de sobra a su debido tiempo. - Luego desapareció en el interior de la casa junto con Bilbo, y la puerta se cerró. Los niños hobbits se quedaron un rato mirando la puerta, y se alejaron sintiendo que el día de la fiesta no llegaría nunca.
Bilbo y Gandalf estaban sentados en una pequeña habitación de Bolsón Cerrado, frente a una ventana abierta que miraba al oeste sobre el jardín. La tarde era clara y serena. Las flores brillaban, rojas y doradas; escrofularias, girasoles y capuchinas, matizaban el césped y se asomaban a las ventanas redondas
- ¡Qué hermoso luce tu jardín! -dijo Gandalf.
-Sí -respondió Bilbo-, le tengo mucho cariño, lo mismo que a toda la vieja Comarca, pero creo que necesito un descanso.
- ¿Quieres decir que continuarás con tu plan?
-Así es. Me decidí hace meses, y no he cambiado de parecer.
-Muy bien. No es necesario decir nada más. Mantente en tu plan, en tu plan completo y creo que dará buenos resultados, para ti y para todos nosotros.
-Así lo espero. De cualquier modo, quiero divertirme el jueves y hacer mi pequeña broma.
-Yo me pregunto quién reirá -dijo Gandalf, sacudiendo la cabeza.
-Veremos -respondió Bilbo.
A) temporal, pues prontamente pelearán.
B) antigua, porque se conocen desde hace tiempo.
C) ligera, puesto que no se respetan adecuadamente.
D) excepcional, pues no es común que un mago tenga amigos.
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Tremendo texto sacaste la biblia o que?
joaquinisaacgonzalez:
tu responde nomas
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