el mandato de 1900 a 1930 Venezuela
Respuestas a la pregunta
Respuesta: En Venezuela con la llegada de Juan Vicente Gómez al poder en 1908 se continúa y profundiza el proceso de estabilización política que había emprendido Cipriano Castro1, con medidas tendentes a centralizar el poder político y militar como garantía de permanencia del gobierno. Con Gómez se inicia la transición a una forma de administrar el poder político y económico, en la cual se pasa progresivamente del predominio de figuras caudillescas locales a la centralización de la autoridad en un jefe único en lo que se ha denominado el personalismo autocrático, y a la modernización de algunas estructuras del Estado como el ejército y la Hacienda Pública, mediante la presencia más acentuada de un modelo de gestión de Estado sobre las acciones fiscales, de dotación de infraestructura y servicios públicos ( vías de comunicación, telégrafos, correos, saneamiento ambiental, etc.), aunadas a políticas económicas que auspician el aumento progresivo de las inversiones extranjeras y restitución de relaciones diplomáticas y comerciales con países cuyos intereses habían sido afectados durante el gobierno de Cipriano Castro. El proceso de modernización se extiende a todo el aparato del Estado y se define en su fase de transformación urbana entre 1925 y 1935 con el incremento de la explotación petrolera que estimula y dinamiza ese fenómeno, ligado también a las exigencias que impone el capitalismo mundial vinculado a esta actividad, aunque se hará mucho más evidente en los períodos siguientes.
En la primera etapa de su gobierno, Juan Vicente Gómez dedica su esfuerzo a gobernar sin opositores, eliminarlos o neutralizarlos es la garantía para la paz y el orden, condiciones que, a su vez, conducen al progreso. Paz, orden y progreso son los tres fundamentos positivistas en torno a los cuales gira su gobierno, y representan el clamor de las elites domésticas y de los grupos económicos foráneos. En la situación que presenta Venezuela para principios del siglo XX, con una realidad signada por la desarticulación política y económica, con un territorio dividido en regiones históricas relativamente autonómicas, sin sistemas ni vías de comunicación que permitan la vinculación entre ellas y dominado por el caudillismo, la paz duradera es un requisito para avanzar en el proceso de modernización del país y esto sólo sería posible con un régimen de fuerza que impusiera orden mediante la represión y eliminara todo antagonismo. Por otra parte, el progreso en el pensamiento positivista está subordinado al orden y a la paz.
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