EL GRANJERO Y EL CABALLO.
Un granjero tenía sólo un caballo. Un día el caballo se escapó.
Todos los vecinos llegaron diciendo, “Lo siento tanto. Esta es una muy mala noticia. Debes de estar muy
molesto”. El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
Unos días después su caballo volvió con veinte caballos salvajes. El hombre y su hijo metieron a los 21
caballos en el corral.
Todos los vecinos llegaron diciendo, “¡Felicidades! Esta es una muy buena noticia. Debes de estar muy
feliz”. El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
Uno de los caballos salvajes golpeó al único hijo del granjero, rompiéndole sus dos piernas.
Todos los vecinos llegaron diciendo, “Lo siento tanto. Esta es una muy mala noticia. Debes de estar muy
molesto”. El hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
El país entró en guerra, y todo hombre joven y en buena condición física fue reclutado para luchar. La
guerra fue terrible y mató a todos los hombres jóvenes, pero el hijo del granjero se salvó, ya que sus
piernas rotas evitaron que fuera reclutado.
Todos los vecinos llegaron diciendo, “¡Felicidades! Esta es una gran noticia. Debes de estar muy feliz”. El
hombre simplemente respondió, “Ya veremos”.
LAS NUBES DE AZORÍN.
Las nubes nos dan una sensación de inestabilidad y de eternidad. Las nubes son —como el mar— siempre
varias y siempre las mismas. Sentimos mirándolas cómo nuestro ser y todas las cosas corren hacia la nada,
en tanto que ellas —tan fugitivas— permanecen eternas. A estas nubes que ahora miramos las miraron hace
doscientos, quinientos, mil, tres mil años, otros hombres con las mismas pasiones y las mismas ansias que
nosotros. Cuando queremos tener aprisionado el tiempo —en un momento de ventura— vemos que han
pasado ya semanas, meses, años. Las nubes, sin embargo, que son siempre distintas en todo momento,
todos los días van caminando por el cielo. Hay nubes redondas, henchidas de un blanco brillante, que se
destacan en las mañanas de primavera sobre los cielos traslúcidos. Las hay como cendales tenues, que se
perfilan en un fondo lechoso. Las hay grises sobre una lejanía gris. Las hay de carmín y de oro en los ocasos
inacabables, profundamente melancólicos, de las llanuras. Las hay como velloncitos iguales o innumerables
que dejan ver por entre algún claro un pedazo de cielo azul. Unas marchan lentas, pausadas; otras pasan
rápidamente. Algunas, de color de ceniza, cuando cubren todo el firmamento, dejan caer sobre la tierra una
luz opaca, tamizada, gris, que presta su encanto a los paisajes otoñales.
Actividad
A continuación se presentan varios textos cortos, y a partir de ellos se elabora una guía de trabajo que cada
estudiante debe resolver
Lee cuidadosamente cada uno de los textos siguientes y determina:
1. ¿En cuál de ellos se narra, se explica algo y se trata de convencer a alguien de una idea?
2. ¿Cuál es el mensaje de cada uno de los textos?
3. ¿Cuál es la idea principal de cada uno de los textos?
4. Trata de explicar las diferencias entre las formas de escribir los dos textos.
5. Escribe una carta en la que le cuentes a tu amigo cómo es tu barrio.
Respuestas a la pregunta
Contestado por
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Respuesta:
mucho texto
Explicación:
losento
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