EL CARNERO
Este fue el principio por donde se trazó la muerte al Juan de los Ríos, que el demonio, cuando quiere
romper sus zapatos, lo sabe muy bien hacer.
El Juan de los Ríos era jugador y gastaba los días y las noches por las tablas de los juegos. Pues
sucedió que estando jugando en una de ellas un día entró el Andrés de Escobedo por encargo del
doctor Mesa y y púsose junto al Ríos a verle jugar, el cual perdió el dinero que tenía. Y queriéndose
levantar, le dijo el Andrés de Escobedo:
- No se levante vuesa merced, juegue este pedazo de oro por ambos
Echóle en la mesa un pedazo de barra, de más de ochenta pesos, con el cual el Ríos volvió al juego,
tuvo desquite de lo que había perdido e hizo buena ganancia que partieron entre los dos; y de aquí
trabaron muy grande amistad, de tal manera que andaban juntos y muchas veces comían juntos, y
jugaba el uno por el otro.
Duró esta amistad más de seis meses, y al cabo de ellos el doctor Mesa y el Escobedo trataron el
cómo lo habían de matar y a dónde.
El concierto fue que el doctor Mesa aguardase a la vuelta de la cerca del convento de San Francisco,
donde se hacía un pozo hondo en aquellos tiempos, que hoy cae dentro de la cerca del dicho convento,
y que el Andrés de Escobedo llevase allí al Juan de los Ríos, donde le matarían.
Asentado esto, una noche oscura el doctor Mesa tomó una aguja enastada y fuese al puesto, y el
Escobedo fue en busca del Juan de los Ríos.
Hallóle en su casa cenando, llamóle, díjole que entrase y cenarían. Respondióle que ya había cenado,
y que lo había menester para un negocio. Salió el Ríos y díjole:
- ¿Qué habéis menester?
Respondió el Escobedo:
- Unas mujeres me han convidado esta noche y no me atrevo a
ir solo.
Díjole el Ríos:
- Pues yo iré con vos.
Entró a su aposento, tomó su espada y capa, y fuéronse juntos hacia San
Francisco. Llegando al puente comenzó el Escobedo a cojear de un pie. Díjole el Ríos:
- ¿Qué tenéis, que vais cojeando?
Respondióle:
- Llevo una piedrezuela metida en una bota y vame matando».
- Pues descalzaos, dijo el Ríos.
- Ahí adelante lo haré
Pasaron al puente, tomaron la calle abajo hacia donde le esperaban. Llegando cerca de la esquina dijo:
- Ya no puedo sufrir esta bota, quiérome descalzar.
Asentóse y comenzó a tirar de la bota. Díjole el Ríos:
- Dad acá, que yo os descalzaré.
Puso la espada en el suelo y comenzó a tirar de la bota. El Escobedo sacó un pañuelo de la faltriquera,
dijo en alta voz:
- Sudando vengo
Limpióse el rostro y echó el pañuelo sobre el sombrero, señal ya platicada. Salió el doctor Mesa y
con la aguja que había llevado atravesó al Juan de los Ríos, cosiéndolo con el suelo.
Levantóse el Escobedo y diole otras tres o cuatro estocadas, con que le acabaron de matar.
Juan Rodríguez Freyle
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eso no se completa solo lo tienes que leer es solo un cuento
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